César Orozco – OrozcoJam


Cesar Orozco - Orozcojam

Año: 2010
Producción musical: César Orozco
Ingenieros: Alejandro Díaz, Javier Casas, Rafael Rondón y Germán Landaeta
Diseño/Fotografía: Manuel González Ruiz/Nicolás Serrano

Apenas empieza a girar el disco, y el contador de tiempo marca 0:01, surge una secuencia de notas impregnada de jazz latino, tocada con mano izquierda en el piano. Esa base, creada e interpretada por César Orozco, sugiere la melodía del merengue “El frutero”, compuesto por Cruz Felipe Iriarte. Sin detener ese patrón, con la derecha, como si su cerebro se partiera en dos o le hubiese nacido un hermano siamés, lanza una estrofa de «El manicero», obra del cubano Moisés Simons que se convirtió en uno de los grandes hits de la música latina, en voces de Antonio Machín y muchos otros, y en Venezuela versionada por Oscar D’León y La Dimensión Latina, quienes además escribieron su propio ‘Frutero’, y al que también se le hace un guiño acá. Una locura, está claro, pero una locura correcta y afinada.   

Esa primera pista, llamada “Frutero vende maní”, en la que participa el sonero Marcial Istúriz, abre las puertas de Orozcojam, un desborde de ritmos entrecortados y mezclas aparentemente imposibles, inspiradas en el jazz pero conectadas con el Caribe. El álbum corresponde a la tercera entrega del músico cubano, que por aquellos días cumplía 13 años viviendo en Venezuela y todavía no pensaba emigrar a Estados Unidos, como luego hizo. 

El disco de Orozco y su ensamble Kamarata Jazz, sexta extremidad de la Movida Acústica Urbana —y quizá la más alejada de la esencia del colectivo—, logró un hito. Se llemó el premio Cuba Disco en la categoría Música Vocal Instrumental a pesar de no estar residenciado en su natal Cuba.   

“Quería darle continuidad al sonido de Son con pajarillo (su primer disco, de 2007) manteniendo un mismo concepto de trabajo, con la idea de fusionar música cubana, venezolana y jazz —explicaba Orozco, visiblemente emocionado por el resultado de las grabaciones del álbum— Es curioso, pero creo que lo venezolano está más venezolano, lo cubano está más cubano, y lo jazzístico resalta más. En este disco se afianza lo que venía haciendo, se realza la mezcla, pero también las partes por separado, porque hay mucha claridad en cuanto a los géneros que lo alimentan”. 

Con él, grabaron músicos como Rodner Padilla (bajo), Euro Zambrano y Adolfo Herrera (batería), Vladimir Quintero (percusión) y Jorge Glem (cuatro). También estuvieron invitados el saxofonista Pablo Gil, el trompetista Gerald «Chipi» Chacón y los cantantes Biella Da Costa, Betsayda Machado y Luis Fernando Borjas (Guaco). 

Incluyó las inéditas “Piano Callao”, una suerte de homenaje al calipso que se hace en el sureste del país; “La triste mirada”, un merengue nostálgico que estrenó en 2009 en el Aula Magna de la UCV; “Guajira porteña”, un experimento que incluyó influencias de Astor Piazolla; “Quirpland”, una «quirpa jazzeada, envenenada», tocada por un trío de jazz con cuatro y maracas; y “Café, tabaco y azúcar”, compuesta en sus años de adolescente y casada con su esencia cubana. Lo cubano le sale solo, siempre lo confiesa: “Creo que seguiré siendo fan de Irakere toda la vida, igual que cuando tenía 15 años”.


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