El ADN de la musicalidad venezolana desde el cuatro de Jesús Camacho


Fotos: Rafael Morles

Venezuela siempre ha sido una esponja. Absorbe con facilidad. Se apropia de esencias hasta convertirlas en propias, creando algo nuevo, único, a partir de ellas. Jesús Camacho Morles hace gala de esa virtud en ADN, un álbum debut producido por su profesor Edward Ramírez repleto de ilustres colaboradores, en el que celebra la obra de 10 compositores venezolanos. ¿Pop? ¿Caribe? ¿Folclore? Tal como ocurre con el país, en su obra todo (o casi todo) cabe. 

ADN abunda en joropos. Suenan allí “Caminos de la esperanza” de Juan Vicente Torrealba, “Sueños de una niña grande” de Aldemaro Romero y “El cardenal” de Adelis Freitez; todos con una aproximación de cuatro solista inspirada en el trabajo de referencias ineludibles del instrumento rey de Venezuela, como Cheo HurtadoHernán Gamboa y Fredy Reyna. Además, “Pa’ Reynaldo”, la pieza que cierra, es como un curso introductorio al joropo llanero a través de canciones de Reynaldo Armas. Un cubito Maggi hecho sobre la base de melodías del gran intéprete del género, que hila cuatro canciones in crescendo en ritmo y color: “Cuarto de los recuerdos”“Melancolía”“Usted señora” y “Pa’ Curimagua”.  

Si bien el joropo predomina, las variantes que aportan relieves al álbum provienen de otras regiones y estilos. Camacho grabó una versión de “Por si vuelves”, pieza de Jorge Luis Chacín grabada originalmente por Guaco. Allí Rafa Pino, voz y mitad del Tuyero Ilustrado, no sólo cantó (impecablemente). También se involucró en la producción, el concepto y unos arreglos que procuraron juntar elementos rítmicos de la costa venezolana con un enfoque afroantillano. El ritmo va de una mezcla de sangueos de Carabobo y Aragua a un tambor de Patanemo bailable, con actitud salsera. 

La mano de Edward Ramírez, el otro Tuyero Ilustrado y miembro del laureado ensamble C4 Trío, pasa por todo. Desde la producción y lo que podríamos llamar acompañamiento, hasta cuatros limpios y procesados, alguna aparición en primer plano y muchos de los arreglos. 

En una de las canciones, la única inédita del disco, Ramírez y Pino participaron en un plan estelar más cercano al trabajo que hacen con su dueto basado en el joropo central, ese que les valió una nominación a los Latin Grammys y les ha permitido hacer giras por Venezuela y el extranjero. Jesús Camacho Ortiz, padre del cuatrista, escribió un poema afectado por la muerte de Simón Díaz. Esos versos inspiraron a Pino, quien editó, quitó por aquí y agregó por allá, y en poco tiempo ya tuvo una melodía y una estructura, en la que también intervino Ramírez. El resultado es uno de los grandes aciertos de ADN“Simón se nos fue cantando”, un hermoso réquiem para uno de los personajes más queridos del país.   

Justo antes, Camacho presenta un “Manantial de corazón” —el hit de Yordano— bastante contradictorio, que se aleja de la noche y lo sombrío. También se va de su forma original porque su ritmo se aproxima al country. Y así como hay espacio para el pop, también lo hay para una versión instrumental de la popular gaita zuliana “La elegida”, de Renato Aguirre, en la que, por cierto, colabora Ricardo “Pelón” Aguirre, hijo del autor, en charrasca, tambora, furruco y cuatro.  

De Conny Méndez, escogió “Soñé”, cantada con su cuatro punteado, trinando como mandolina, sobre un ritmo de contradanza zuliana y una variante en la sonoridad: el badoneón de Giovanni Parra. Del sucrense Luis Mariano Rivera, seleccionó “Canchunchú florido”. La versión lleva consigo una alta dosis de nostalgia. El cuatrista rasga su instrumento con delicadeza, con el sentimiento de quien recuerda su terruño desde lejos. 

Jesús Camacho Morles (Barquisimeto, 1980) vive en Australia desde antes que la curva de la diáspora venezolana se hiciera tan pronunciada. Desde allá, desde ese continente remoto, donde forma parte del equipo de Psicología Educativa de la Universidad de Melbourne, sigue estudiando el cuatro venezolano que toca desde niño. 

Camacho, quien asistió a la Escuela de Amado López, ha formado parte de varias agrupaciones, entre ellas Cuatros y Más Cuatros, longeva orquesta larense fundada en 1972. En 2018 se convirtió en alumno, a distancia, de Edward Ramírez, a quien eventualmente le manifestó su deseo de poner en marcha su proyecto discográfico que eventualmente involucraría a grandes instrumentistas: Rodner Padilla (bajo), Diego “El Negro” Álvarez Yonathan “Morocho” GavidiaLeonard García y Juan Berbín (percusión), Juan Ernesto Laya (maracas, Ensamble Gurrufío), Freddy Adrián (contrabajo), Orestes Gómez (baterista), Leonard Jácome (arpa) y Javier Marín, multiinstrumentista que en una sola pista, “El cardenal”, grabó cuatro, requinto, cinco, medio cinco y tambora. 

La obra, que Rafa Pino editó, Ed López mezcló y Stefano Pizzaia masterizó, juntó retazos que surgieron desde Australia, Estados Unidos, México, Colombia, España y, por supuesto, la fuente de su materia prima más importante: Venezuela. 


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