En un país que en tiempos recientes ha sido reconocido por sus grandes instrumentistas y directores orquestales, una agrupación pone el acento en el ingrediente más antiguo y elemental: La voz. El Ensamble B11 llena de colores vivos el mapa. Afrovenezuela (2022), su primer trabajo de larga duración, es una ceremonia moderna que parte de saberes ancestrales.
“Llegó B11”, su primer single, va de segundo en el álbum. Comienza con una clave, sobre la cual la agrupación dice presente. Es una carta de presentación al estilo de las orquestas salseras, que luego avanza, de un modo natural y sin esfuerzo, hacia los tambores. Y todo es voz. Sorprenden quienes simulan la percusión, precisa y con swing. Apenas tienen tiempo de tomar aire y seguir. Es beatboxing al servicio del folclore.
Cuando pensamos en agrupaciones a capella, recordamos a los italianos de Neri Per Caso, o a The Manhattan Transfer y Boyz II Men, dos agrupaciones de Estados Unidos, donde encontramos mucha tradición de grupos vocales y coros gospel. Incluso, recordamos a los zulianos de Vocal Song y sus estupendos popurris de homenaje a Oscar D’ León, Guaco y Wilfrido Vargas. Pero ninguno de ellos escarba en la tradición afrovenezolana.
B11 escogió ritmos específicos de raíz vernácula y construyó su mensaje libre a partir de ellos. No hay nada de joropo ni merengue caraqueño. Son bases de antepasados africanos con potencial para el baile que quizá no se han explorado lo suficiente. Por ejemplo, el calipso.
La primera pieza, “Fire at this Land”, se va directo a Guayana. Inmediatamente los ánimos se vuelven carnavaleros, el cuerpo reclama movimiento y la mente evoca esa mezcla antillana bilingüe que surgió de la migración provocada por la riqueza mineral del Sur de Venezuela. Ese puente con las islas británicas y francesas vuelve a activarse más tarde con el “Popurrí de calipsos”, que va de abajo hacia arriba, de un tempo relajado a uno vertiginoso, sobre el que suenan clásicos como “All Day Today”, aquel que versionaron Los Amigos Invisibles, e “Easter Morning”, popularizado por Serenata Guayanesa y grabado por el C4 Trío en su álbum debut de 2007.
La agrupación, que surgió de los Talleres de Cultura Popular de Fundación Bigott (Caracas) tiene al frente a la profesora Belkys Figuera, cultora de tradiciones de la Bahía de Cata, estado Aragua. Con ella, están Javier García, Nayaleth García, Víctor González, Manuel Herrera, Ivanna Lira, Benito Palacios, Adrián Peña, Deilyn Uzcátegui y César Alcalá, cuyas voces se juntan como en una enorme criatura mitológica.
La mitad de las pistas es totalmente vocal. La otra mitad incluye otros elementos, como la guitarra de Bartolomé Díaz. Difícil conseguir un artista tan versátil, que no sólo ha tocado con la Camerata de Caracas y ha horadado en repertorio del Siglo XIX, sino que ha grabado en álbumes de Guillermo Carrasco o de Lasso, e incluso a trabajado en proyectos que involucran humor, aguinaldos tradicionales o la poesía de Eugenio Montejo. Un músico total.
Díaz participa en “Lamento”, una parranda que cuenta una historia triste envuelta en un ritmo pegajoso. Una canción que lleva consigo esa cualidad caribeña de encarar el dolor bailando, sin complejos ni temor a contradicciones.
Afrovenezuela, producido por Edepson González, apoyado desde la ingeniería de grabación por Édgar Espinoza y con tapa del diseñador Alejandro Calzadilla, también explora la gaita de tambora en canciones como “La paloma”, “San Benito se marchó” y “Los cueros”. Esta última es un plato de degustación de tambores, cuyo combo incluye pregones a San Juan y gaita, no sólo de tambora, sino de la otra, de la más popular: la de furro.
El manto de voces sirve de amalgama. El recorrido incesante avanza hasta dar protagonismo a dos tambores famosos, el “Culo e’ puya”, que tiene su propia canción al cierre del álbum, y el quitiplás que sirve de segundo acto a la séptima pista, “Lavandera con quitiplás”, la única cuyo ánimo contrasta notoriamente con el resto. Esa es como un descanso, en el que varias voces actúan por separado y luego se juntan en un solo espíritu para traer al presente algo de aquella época en que las madres, al tiempo que sacaban la suciedad de sus ropas a orillas del río, intentaban limpiar el alma drenando sus angustias a través del canto.
Desde el punto de vista rítmico, “Recuerdos” se antoja como una jota carupanera. Sobre ella, se levanta un monumento a próceres de la patria. Bolívar, Miranda, Andrés Bello, Luisa Cáceres de Arismendi, Guaicaipuro. Todos están pintados en ese fresco nacionalista de voces.
Afrovenezuela salió tras unos 7 años del momento en el que viraron el timón del proyecto hacia lo que es hoy. En ese período, han colaborado con grandes personajes como Aquiles Báez, Horacio Blanco y Gerry Weil, con quien grabaron en su álbum Kosmic Flow (80 Years Young) (2020). Obtuvieron una nominación a los Premios Pepsi Music por su participación, con el tema «Eres la flor del cacao», en el proyecto Trabajo y persona (2021), en el que estuvo gente como Báez, Betsayda Machado, Andrea Paola y José Delgado. Pero, sobre todo, en ese lapso han atrapado la esencia que los hace distintos.