La avanzada guaribera que líderó Gregorio Mota


Foto: Nicola Rocco

Gregorio Mota prometió al público del Centro Cultural BOD una serenata de bandola de Guaribe, ese instrumento cultivado en su pueblo natal caracterizado por sus ocho cuerdas de metal. Lo que no advirtió fue que, a la hora de dar sala, el teatro sería colmado por una avalancha de oriundos de este pueblo guariqueño y sus adyacencias. Aunque el recital fue en Caracas, las Noches de Guataca sonaron a los llanos.

En San José de Guaribe no se acostumbra a sentarse a escuchar a alguien tocar. Al contrario, la música se hizo para bailarla, y mientras más parejas haya en la pista, se puede decir que mejor es el intérprete. Y esta Guataca no fue la excepción. Desde que sonaron los primeros compases de “Un registro de mi bandola” y “Caminos de Chepedíaz”, autoría de Mota, el público no perdió tiempo para pararse y echar un pie.

La primera invitada de la noche fue Paola Mota, hija de Gregorio, quien, ataviada con un liquiliqui azul, se subió al escenario para cantar un par de piezas recias (“La india Maribí” y “La cubanera”). “Toca duro esa bandola, Gregorio Mota, que la que te canta es tu hija”, dijo la cantante en un interludio musical en el que le dio paso a su padre para derrochar virtuosismo.

Foto: Nicola Rocco

La velada, presentada por la bandolista caraqueña Milagros Figuera, reunió a un ensamble musical conformado por David Carpio (bajo), Ricardo Silva (cuatro) y Ramón Celestino Characo “Polonio” (maracas y voz). Junto a ellos, el artista interpretó el vals “Flor de Orituco”, de Juan Esteban García, antes de dar sus primeras palabras en el concierto.

“Le doy infinitas gracias a Dios por permitirme estar frente a ustedes, y poder compartirles nuestra bandola, que no es ni llanera, ni oriental, ni guariqueña… es de Guaribe”, dijo el músico.

Gregorio Mota es en la actualidad uno de los más importantes exponentes de su instrumento. Es heredero musical de los cultores Juan Esteban García y Gaspar Solórzano, precursores de un semillero de grandes intérpretes. En sus 38 años de trayectoria musical, se ha enfocado en fomentar y dar a conocer el sonido de la bandola de Guaribe, no solo en su localidad, sino en escenarios dentro y fuera del país.

Tras tocar una composición suya, titulada “Quizanda de invierno”, invitó al escenario al gran Ismael Querales, fundador de Un Solo Pueblo, quien se puso a improvisar versos sobre el tema “El tuyero guariqueño”, del maestro García: La bandola que tú tocas tiene boca y sabe hablar, los ojos nomás le faltan para conmigo llorar. ¿Dónde están los bailadores, que yo los quiero mirar? Agarren, pues, su pareja, y se ponen a bailar.

Foto: Nicola Rocco

Querales cantó el joropo llabajero “La resbalosa”, para darle paso al ensamble instrumental, que se lanzó un popurrí de pasodobles y un homenaje al maestro Gaspar Solórzano.

La pista de baile terminó de llenarse cuando “Polonio”, personaje querido por los guariberos, tomó el micrófono para cantar un popurrí de guarachas y el pasodoble “Campanera”, de Genaro Monreal.

El momento cumbre del concierto ocurrió cuando Ismael Querales volvió a subirse al escenario, no para cantar, sino para tocar junto a Gregorio “Los cantiles”, tema escrito para dos bandolas. Aprovechando la ocasión, Mota invitó a Cheo Hurtado, quien estaba como espectador, a acompañarlos en el cuatro, y hacer juntos una descarga guataquera que incluyó también “La fila de la Balbona”.

Para cerrar la fiesta guariqueña, Gregorio hizo un tema de su autoría dedicado a sus dos maestros, titulado “Juan Esteban y Gaspar”. Ahí, con un público de pie y parejas bailando de un lado a otro, este intérprete y su avalancha de paisanos demostraron cómo se toca y se baila el joropo en San José de Guaribe.