Sola: La declaración de independencia del violín de Daniela Padrón


Daniela Padrón necesitaba anotarse un gol sin asistencia. La virtuosa violinista nominada a Latin Grammys necesitaba un álbum así, que dejara por fuera pianos, guitarras, bajo o percusión. Sola, obra en la que su violín se multiplica y expande, está concebido para que ella muestre toda la musculatura de su instrumento a través de un repertorio de caprichos latinoamericanos arreglado a su medida.

Sola (Oleta Music, 2023), quinta entrega de su catálogo, cierra y abre con creaciones propias. “Despertar”, la primera, no sólo sirve de puerta a la nueva obra. Es también el abreboca de su camino como compositora y arreglista tras unos 14 años de carrera musical. 

El título de “Despertar” obedece precisamente a eso: Es la primera vez que Daniela se presenta estrictamente en primera persona. Tras cuatro álbumes dibujándose a través de piezas de otros autores, la violinista se define a sí misma en una suerte de catarsis que va del Romanticismo al joropo, como una polaroid que sintetiza su propia historia. Su formación clásica, su crecimiento, su bandera venezolana que ondea implícitamente cada vez que toca. Todo está allí.

Cuatro naciones muy musicales están representadas. Argentina, a través del “Tango Etude N° 3”, pieza correspondiente a una serie de estudios que Ástor Piazzolla escribió para flauta, pero que los violinistas suelen apropiarse. Brasil, en la inolvidable “Aquarela do Brasil” (Ary Barroso), que no necesita percusión ni orquesta para que el organismo se conecte con esa placentera melancolía de la samba.

Venezuela suena en el “Vals N° 3”, la famosa “Natalia”, del gran Antonio Lauro. Es una obra originalmente compuesta para guitarra clásica, que ha trascendido como una de las melodías venezolanas más reconocibles en el mundo. De México, escogió un fragmento del imponente y colorido “Huapango” (José Pablo Moncayo), monumental obra sinfónica que fue presentada en un formato minimalista como quien extrae la esencia de una montaña con una jeringa.

En todos los casos, especialmente en el “Huapango”, cuya reducción supuso un verdadero desafío, Daniela tuvo que ampliar sus horizontes como instrumentista. Alternar técnicas, combinar texturas, esforzarse para cantar una melodía y, al mismo tiempo, darle un soporte armónico sin descuidar el pulso del ritmo. Toca en pizzicato mientras silba la melodía. Arrecia y suaviza cuando la canción lo pedía. Por momentos, parece que se trata de un dúo o hasta un trío. Parece que recurriera a la superposición de pistas, que es lo más habitual en un estudio de grabación desde hace más de medio siglo. Pero no. La artista llevó ese concepto solista a lo más extremo y elemental. Lo que suena en los siete números del álbum, salvo los cantos de pájaros y sonidos de la naturaleza que lo ambientan, podría recrearlo perfectamente en un escenario.

«El álbum surge de la necesidad de probarme a mí misma que puedo hacer un proyecto en el que no dependa de otro músico —explica Daniela Padrón—. Las mismas limitaciones que la naturaleza del violín me impone, logré burlarlas de alguna manera. Eso se ve reflejado».

Padrón tuvo como referencia álbumes de violín solo como el Aquí É Meu Lá (2012) del brasileño Ricardo HerzBella Unaccompanied (2013) de la búlgara-estadounidense Bella Hristova Fasten Seatbelts (2016) de Aleksey Igudesman, el mismo del dúo humorístico musical Igudesman & Joo. A este último, incluso, aprovechó de homenajearlo incluyendo una creación suya. Igudesman es ruso, pero “Sí, Señor” es su experimento de salsa, guaguancó, en fin, de Caribe, lo cual le permitió encajar en el marco conceptual de Sola.

“Max’s Lullaby”, la última, es una canción de cuna que Daniela le escribió a su hijo de 3 años. Allí, con las cuerdas de los extremos, la violinista presenta una clave y, de pronto, el arco acaricia las dos cuerdas del medio describiendo una melodía apacible que se repite como un mantra hasta llegar a los armónicos, con suavidad y paz, como se cierran los ojos de un niño sereno por la noche. La voz tierna del propio Max se encarga de poner el punto y final: Te amo, mamá.

LA HISTORIA DE SOLA

Daniela Padrón viene de obtener una nominación a Mejor Álbum Instrumental en los Latin Grammys 2022 por Ella (Oleta Music), su álbum de homenaje a compositoras latinoamericanas grabado a dúo con la virtuosa pianista cubana Glenda del E.

Latam, su entrega de 2018 junto a la pianista Olga López, su madre, también había servido como espacio para celebrar la música de la región. Ése se ubica cronológicamente entre dos obras que parecieran describir una misma trayectoria: En su disco debut, Bach to Venezuela (2016), Daniela interpretó a Bach desde la raíz tradicional venezolana. Ese trabajo lo tocó en directo en las Guataca Nights de Miami. Y más tarde, en +58 (2020), siguió horadando en el folclore de su país como quien pinta el mapa de memoria.

Dos compromisos recientes la impulsaron a mutar. Para un performance que produjo Savage Content, la realizadora Milcho le pidió una pieza inédita que acabó siendo la experimental “Despertar” (“Awakening”).Y para una fecha en el Trail Theater de Miami, que por motivos logísticos no admitían el formato de cuarteto —como suele presentarse—, Daniela desarrolló un espectáculo titulado Confesiones de una violinista, en el que no sólo interpreta su repertorio como solista, sino que cuenta sus anécdotas y habla, entre otros temas, de la frustración ocasional que le produce ser intérprete de un instrumento que requiere de otros para brillar. El show triunfó a comienzos de mayo. Sold out

Junto a los productores Julio Bagué y Larry Coll, la violinista pasó en limpio su nuevo proyecto discográfico en esta onda unipersonal. Bastaron dos jornadas en los Red Dot Studios de Miami, de la compañía Peer Music, apoyada en Alfonso Ordóñez (ingeniero de grabación, mezcla y mastering) y, por supuesto, en el violín que la acompaña desde los 15 años de edad, un instrumento que data de 1937, fabricado en Cremona por el luthier italiano Igino Sderci (1884-1983). 

BIO

Daniela Padrón (Caracas, 1987) escuchó música desde el vientre. Formada entre la Escuela Experimental de Música Manuel Alberto López y el Mozarteum de Caracas, recibió lecciones de maestros como José Elías ZapataMaría Fernanda Montero, la francesa Virginie Robilliard y la estadounidense Sally Thomas

Tras participar como solista en recitales junto a agrupaciones como la Filarmónica Nacional de Venezuela y hasta probar con una banda de rock, Padrón ingresó a Gaélica, propuesta experimental de música celta en contexto caraqueño, con la que obtuvo su primera nominación al Latin Grammy en 2013, justo un año después de trasladarse desde su natal Venezuela a Estados Unidos. Allí dirigiría por años una orquesta infantil dentro del Miami Music Project, estructura que que emula a El Sistema de Orquestas venezolano en Florida. También tendría lugar esta historia de discos y escenarios que sigue en marcha. 


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