Por Gerardo Guarache Ocque
La obra, en plena construcción, apuntaba en una dirección inequívoca. Pero un golpe durísimo que recibió Pancho Montañez en febrero de este extraño 2021, lo llevó a repensarla. Mientras él, desde Valencia, España, pasaba en limpio canciones que compuso durante la pandemia, su madre murió en Venezuela. Todo lo que el baterista estaba creando se tiñó de colores distintos. Todo lo que tocaba empezó a sonar a YEYA, como le decían a ella desde niña cariñosamente. Y ese apodo, con esas mayúsculas que son de dolor, de amor y quizá también de orgullo, terminó bautizando su segundo álbum.
Estrella Sanoja Rivas, la mamá de Pancho y sus dos hermanos menores, fue trabajadora social y promotora cultural, además de escultora, pintora y poeta, autora de los versos que interpreta Amanda Querales (Un Solo Pueblo) en la segunda pista del disco: Mañana puede haber un vacío, una tristeza profunda… por una verdad desnuda. Es una suerte de canto de sirenas, de trabajo o lavanderas. Un canto que no necesita ningún acompañamiento salvo la orquestación de la naturaleza.
La declamación melodiosa sirve de preludio al corazón de la obra, a YEYA, una pieza en la que se encuentran ingredientes de dos ambientes. Por un lado, se muestra la cara elegante del jazz, pintada por el vibráfono del colombiano Sebastián Laverde y el bajo eléctrico, a veces opacado deliberadamente con el extremo de la mano, de su paisano Ricardo Osorno, productor del álbum. Por el otro, surge el sabor de la afrovenezolanidad. Una combinación de bases de San Millán y golpe de Patanemo emerge de la batería de Montañez y, sobre todo, desde la percusión de Roberto Quintero, maestro que ha tocado con Oscar D’ León, Paquito D’Rivera, Marc Anthony, Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba y hasta Céline Dion. Nada menos.
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Así como YEYA celebra una vida que termina, la primera pieza recrea la alegría de los primeros años. Muy cerca de su residencia en Valencia, funciona un jardín de infancia. El artista quería escribir algo que funcionara junto a esa banda sonora colorida de gritos emocionados, pequeños descubrimientos y fonemas que intentan juntarse con otros para formar palabras.
La guardería es la confluencia de unos sonidos que recogió Mariana, la esposa de Pancho, junto a algunas expresiones de Lucía, la hija de ambos, que al final se entrelazaron con el saxo de la peruana Carolina Araoz, así como con el piano de Dani Orts y la guitarra de Santi Peláez, dos músicos que suelen tocar mucho juntos. Los tres se comunican entre ellos como en una celebración de la ternura, la inocencia, la vida.
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When You Walk es una balada jazz enamorada que le vino a la cabeza a Montañez mientras caminaba con su esposa a orillas de un río que corre por allá, muy cerca del Mediterráneo. Su intensidad la define especialmente el fliscorno de Roqui Albero, gran personaje que ha tocado con Jorge Drexler, Chano Domínquez y la Flamenco Big Band de Perico Sambeat.
De allí, el álbum pasa a tres demostraciones. Tres formas de jazz y tres lugares que Pancho quería visitar como baterista. El primero es una pieza muy disfrutable de compases irregulares llamada Pythagora’s Steps, obra del griego Petros Kourtis. La que le sigue es El Polo, una canción desenrollada dedicada a un bar de San Antonio de Los Altos de su amigo, el trompetista Noel Mijares, que ha sido parte de Desorden Público y es líder del proyecto de ska-jazz instrumental El Arca. Y la que cierra, L.P.M. es un jazz franco, bebop, de su maestro el extraordinario baterista Andrés Briceño.
Antes de aprender de Briceño, Pancho Montañez (Caracas, 1978) comenzó a estudiar en la escuela Hemisferio Musical de Sabana Grande. Más tarde, pasó a la José Ángel Lamas hasta llegar al Instituto de Estudios Musicales, donde fue alumno de Édgar Saume y de donde salió licenciado cuando ya se llamaba Universidad de Las Artes. Fue profesor de percusión y fundador del big band del Núcleo San Antonio de Los Altos del Sistema de Orquestas y baterista de la banda Hora Cero, liderada por Andrés Acosta “Patolín”, con la que editó varios álbumes, incluido el recordado Superllanero (2002).
El artista, que ha participado en el ciclo Noches de Guataca, también ha sido colaborador de Desorden Público y, en varias ocasiones, suplente de Danel Sarmiento en la batería. En 2015 editó su primer álbum, Improvisto, que llevó a disco sus improvisaciones junto a su cuarteto con Heriberto Rojas (contrabajo), Juanma Trujillo (guitarra) y Jesús Azócar (rhodes), con colaboraciones de Gerry Weil, Horacio Blanco y José Alejandro Delgado. Ese mismo año se fue a Valencia a hacer una maestría en el campus del Berklee College of Music que funciona en esa ciudad, en cuya universidad principal cursa actualmente un doctorado.
Pancho no tiene el ‘Francisco’ por ningún lado. Su nombre, legalmente, es Manuel Ernesto. Pero mientras él crecía en su vientre, Estrella hizo el papel de la mamá de Panchito Mandefuá, el personaje de José Rafael Pocaterra, en una obra teatral. Desde entonces, a pesar de toda la formalidad, de tanta firma, sello y estampilla en su partida de nacimiento, incluso antes del parto, su nombre no ha sido otro sino Pancho. Y precisamente, para refrescar esa historia, su historia, pensaba titular al álbum Mandefuá, hasta que la fatalidad lo hizo cambiar de opinión y decidió llamar YEYA a este puñado de temas, vestido con un retrato suyo de la artista plástica valenciana Patricia Iranzo, que representan la polaroid jazzística de su presente.