20 años de ‘La casita bella’ del Pollo Brito


Los ingredientes ya estaban. Era cuestión de juntarlos y cocinarlos con criterio. Rafael “Pollo” Brito ya era un hombre hecho y derecho; la edad de Cristo. Ya era un maestro del cuatro y experto en la música de raíz tradicional, para empezar. Cantaba en cuñas de bancos y detergentes. Tenía la apariencia y la gracia. Pero todo eso no se había puesto en la misma olla todavía; hasta que llegó Una casita bella para ti, un disco editado el 16 de septiembre de 2005. 

«Parece mentira que esté cumpliendo 20 años», dice El Pollo, cuya gira actual de conciertos, que lo lleva por Estados Unidos, Canadá, Panamá, Argentina y Chile, se titula precisamente De vuelta al origen

Hoy parece habitual. Pero la música inspirada en la raíz tradicional no suele allanar su camino hasta el tope de la popularidad, salvo contadas excepciones. Gualberto Ibarreto y “María Antonia” en 1975, por ejemplo. 

En diciembre de 2004, en tiempos de creciente polarización política, se promulga la controvertida Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, que obliga a las emisoras radiales a destinar al menos 50% de su programación de canciones a “obras musicales venezolanas”. 

Enzo Casella, experimentado hombre de radio y productor disquero que tuvo su parte, desde Rodven, en el boom del pop de los 80, oye algunas de las cintas comerciales de Brito en el estudio de Miguel Mardeni en Caracas. Ingenioso, buscando aprovechar las ventajas que garantiza la Ley Resorte, junta las piezas del rompecabezas. 

Carlos Baute se había adelantado a todo. A la ley, a las aventuras pop de fusión de lo autóctono, a eso que una década después de su hit “Yo me quedo en Venezuela” (1995) etiquetarían como neofolclore

Con esa referencia en mente, Casella le extiende la propuesta. Renuente, El Pollo acepta, poniendo sus condiciones. «Lo hago, pero a mi manera». En el estudio, le explica al productor Elí Cordero lo que quiere. Juntos, le dan forma a la criatura.

El primer conejillo de Indias en el laboratorio es “Una casita bella para ti” (Juan Briceño/Germán Fleitas Veroes), joropo de arpa-cuatro-maracas conocido de la voz de Cristóbal Jiménez. Es un estándar llanero que acabará dándole título al LP.  

Lo primero que se le ocurre al Pollo es construirla sobre una base afrovenezolana, por lo que llama al experto percusionista Yonathan “Morocho” Gavidia. También le graba un cuatro en ritmo de orquídea, ese patrón que asociamos a “Moliendo café”. Le inyecta pop a través del acompañamiento del bajo de Henry Paul Díaz, la batería de Gilberto da Rocha y la guitarra eléctrica de Hugo Fuguet, que no tienen la menor intención localista. Y sobre todo eso, su voz, con soltura, swing, autenticidad: Todo lo que necesita un cantante para conectar con la gente y para ser exitoso.

Directo al número 1

Formado académicamente en el Sistema de Orquestas, el otrora oboísta, primero de la Sinfónica Juvenil de Miranda y después de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, ya era una referencia del cuatro venezolano, reconocido por exprimir las virtudes percusivas del instrumento nacional; capaz de generar ritmo, intercalar armonías, cantar las melodías, acompañarse. 

Brito, fundador de la cátedra de cuatro del Conservatorio Simón Bolívar, es uno de los responsables de que el cuatro venezolano haya mutado al instrumento superpoderoso que es hoy.  

Ya él había pasado por ensambles como Pabellón sin Baranda, Arcano y Bak Trío. Acompañaba con sus cuatro cuerdas a los famosos, a los que iban al frente en el escenario. 

El mismo 2005 participa en la grabación de La canción de Venezuela, el CD/DVD del tenor Aquiles Machado y el guitarrista Aquiles Báez, editado por lo que será la plataforma Guataca. 

Su disco, el que lo pone en portada con su nombre posando recostado de una pared, sale a la calle cuando a él le toca salir de viaje a Edimburgo, Escocia, durante un mes, como miembro de un grupo de fusión flamenca. Al volver, “Una casita bella para ti” es número 1 en el record report en Venezuela.

A ésa le siguen otros cinco hits. De los nueve temas del disco, seis llegan al tope. Canciones con arreglos modernos, que hablan del Arauca y la vida simple del llano, de amores a orilla de río y de la belleza exótica de la geografía, cautivan a la multitud.

Suenan en radio “A quién no le va a gustar” (Cheo Hernández Prisco) en ritmo de calipso y una híbrida —y de transiciones medio roqueras— “Fiesta en Elorza” (Eneas Perdomo). También, “Vestida de garza blanca”, grabada a dúo con Cristóbal Jiménez, maestro cultor cuya presencia, en cierto modo, procura legitimar la osada propuesta. 

En el disco incluye “Venezuela galopante” (Jesús Terán Chavín), una gaita patriótica grabada por Rincón Morales, convertida en este contexto en fiesta afrovenezolana; y “Presagio” (Enrique Hidalgo), popularizada por Gualberto, llevada a gaita de tambora. 

Agrega “De nuevo” (Alexis Cedeño), “Muchachito enamora’o” (Leonard García) y “Cuando a ti te dé la gana”, una composición suya junto a Pedro urea, que también se convierte se vuelve hit. Recientemente, la retomó en un especial Free Cover de homenaje a la agrupación Los Blanco.  

El Pollo no tiene ni banda. Tiene que armar una a la carrera. Hay que surfear esa ola. Por las filas de su grupo, pasará un jovencito bajista llamado Gustavo Márquez, que más tarde hará parte del C4 Trío y grabará en un montón de álbumes importantes, entre ellos el Identidad de Miguel Siso que ganará el Latin Grammy. Gustavito, lamentablemente, morirá de manera prematura.   

Tras algunos tropiezos, la banda encuentra su sonido y recorre el país. Alargan esos hits, agregan nuevos números, perfeccionan la puesta en escena. Rafael “Pollo” Brito ha llegado al primer plano del escenario para quedarse. 

Dos décadas después

Brito cuenta que inicialmente algunos colegas, puristas y sesudos, lo criticaban, pero en muchos casos le bastaba con desmenuzar el concepto para vencer recelos: «Cuando yo explicaba que era una mezcla de pop, de orquídea y de un ritmo como el sangueo de San Millán, las conversaciones pasaban a otro nivel». 

«Cualquier artista que graba, al pasar los años, siempre quiere remozar el arreglo —confiesa el artista, al oír las grabaciones originales—. Uno mismo lo critica, pero a la gente le encanta porque rompió algunos esquemas». 

Se canta venezolano (2008) representó una continuidad de ese concepto, antes de pasar página hacia nuevos retos: álbumes de boleros; otros de homenaje a Simón Díaz, Tito Rodríguez y Armando Manzanero; y uno con sus pupilos de C4 trío, titulado De repente, por la canción de Aldemaro Romero, que fue nominado a varios Latin Grammys, entre ellos uno que sí ganó en el renglón de Ingeniería de Grabación. 

Con C4, actuó en la ceremonia de los premios en Las Vegas en 2014. Su interpretación de “Déjala bailar” (Chico Buarque), combinando la versión salsera de Soledad Bravo con chispazos de merengue caraqueño y un epílogo de joropo explosivo, es un hito para la música venezolana. 

La experiencia de Brito como animador de Portada’s en Venevisión y como actor en obras de teatro humorísticas, lo moldearon hasta convertirlo en el gran showman que es hoy. Eso sí: es un performer que va a todas partes con su cuatro venezolano, como si fuera una extremidad de su cuerpo.  

La esencia del arte de Rafael “Pollo Brito abarca a toda la nación. Hijo de padre carupanero y madre trujillana, nacido en Caracas, criado en Los Teques, pero con un corazón que suele latir a ritmo zuliano.

Sólo esto es una proeza: Un insigne gaitero, ganador de premios como el Mara de Oro, el Gran Águila de Oro, el Cacique de Oro y el Gaiteando de Oro, que no proviene del Sur del Lago. 

Dos décadas después, Una casita bella para ti, giro de timón en su carrera, sigue representando una invitación a la experimentación y el atrevimiento, a la aproximación a la belleza musical del país desde nuevas perspectivas. En tiempos de diáspora, esa casa bella puede hasta evocar el hogar sonoro en el que coinciden los venezolanos sin importar el lugar del mundo en que se encuentren.


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