Miguel Siso y su viaje a la identidad venezolana


Por Ángel Ricardo Gómez
Fotografías Nicola Rocco

“¿Te quieres casar conmigo?”, le preguntó Miguel de sopetón. La cara de desconcierto de ella lo preocupó. No entendía lo que ocurría. De pronto, una lágrima, una mueca parecida a una sonrisa. Dentro de ella se mezclaban la sorpresa, con la alegría y la confusión. Una oferta de trabajo fuera del país la obligaba a dejar su vida y sus afectos, su identidad, para buscar aquello que el país no es capaz de darle a muchos jóvenes hoy en día. Se casaron sí: la boda fue en abril de 2017. Pero viven forzosamente separados, ella en Irlanda, y él en Venezuela.

Con tal panorama, Miguel Siso escribió uno de los temas más sublimes de su disco, Sonidos de la ausencia, que si bien no narra la historia del primer párrafo, acerca al oyente al estado de añoranza del autor, revela el palpitar del corazón vacío, la ternura de las miradas entrelazadas más allá del océano. En su disco Identidad, esta canción combina el cuatro de Siso con el contrabajo de Elvis Martínez; en el concierto de bautizo del 4 de marzo de 2018, Aquiles Báez es uno de los invitados especiales, y es inevitable que se erice la piel y hasta una lágrima furtiva le robe espacio a un suspiro.

En este punto del concierto, el anfitrión había hecho pasear al público por distintas emociones, desde la esperanza, pasando por la euforia y la dulzura, hasta el orgullo.

La experiencia inició con retraso por la complejidad del montaje, pero al final la espera valió la pena. Identidad, el segundo disco del guayanés Miguel Siso, vio la luz a sala llena en el Centro Cultural BOD, con un cartel de lujo encabezado por músicos como Aquiles Báez, Luis Julio Toro, Huáscar Barradas, Carlos “Nené” Quintero, Gaélica, Brenda Rengel, Marcial Istúriz y Betsayda Machado, entre otros. Fueron más de 20 artistas los que desfilaron aquel día por el escenario.

Tras el video a propósito del décimo aniversario de Guataca, plataforma que produjo tanto el concierto y del CD, se escuchó la voz de un pemón entonando Kerepakupai Vená, que significa Salto Ángel. De pronto, Miguel Siso tomó el centro del escenario con su cuatro de tres mangos y una pedalera electrónica con la que a través de loops, iba superponiendo sonidos para un interesante tema con el bit del pop entrelazado con influencias del flamenco.


 

Un video trajo al presente la voz de Arturo Uslar Pietri para recordar que el tiempo de las dificultades exige el máximo de nuestras capacidades, “todos podemos ser excelentes”. Tiempo de cambio sonó con proyecciones al fondo de algunos de nuestros próceres civiles: Jacinto Convit, Antonio Lauro, Rómulo Gallegos, Jesús Soto, Renny Ottolina, Óscar Yánes, Aldemaro Romero, Carolina Herrera, Omar Vizquel, Juan Arango, Oscar D’León, Miguel Cabrera, Édgar Ramírez.

Tiempo de cambio y Horizontes, emanan esperanza, alegría, y más aún combinadas con imágenes como las descritas o con fotos como las de Arianna Quintero (@arianuchis), quien prestó sus postales de Venezuela para la ocasión. “Este es un tema que ya había grabado y que se convirtió en bandera de mi repertorio”, dijo Miguel Siso sobre Horizontes, definido por él como una composición de ánimo y amor, de “mira el país tan bonito que tenemos” y de enamorarse de ese país.

Miguel Siso confesó que una de sus grandes pasiones es la fotografía y soñaba con combinar esta con la música, en una composición para sus padres, Édgar Siso (1951) y Josefa Guevara (1954). Tras varios intentos, surgió De Borbón a Las Patillas, un joropo que torna fiesta en ternura y orgullo, al ver al hijo voltearse para honrar a sus padres en las fotos proyectadas. Sin duda, el mejor momento de todo el concierto por su emotividad, la sincronización y calidad de imágenes de José Antonio Corvo L., e interpretación.
 


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Para Luna de madera, Siso recurrió de nuevo al cuatro triple diseñado por Alfonso Sandoval. En este punto del concierto la intimidad era total. La efectiva iluminación de Valentina Sánchez iba creando atmósferas diversas y acompañando los estados anímicos generados por las composiciones del artista. Rafa Pino Padrón como ingeniero de sonido, junto a los chicos de Audio Place hicieron el resto de la magia.

De nuevo la fiesta. Ahora para honrar a uno de los grandes de la percusión venezolana: “Nené” Quintero, a quien el guayanés le compuso Nené chimbanglero. Al ensamble musical conformado por “Nené”, Jorge Villarroel (percusión afrovenezolana), José “Tipo” Núñez (batería), Jhonny Kotock (piano), Edwin Arellano (bajo) y Gustavo Medina (guitarra y voz), se sumó como invitada la virtuosa violinista Brenda Rengel, para traer con sus notas la brisa y el paisaje del sur del Lago de Maracaibo.


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Natural de Puerto Ordaz, estado Bolívar, Miguel Siso ganó en 2007 el primer lugar del concurso La siembra del cuatro, lo que le permitió grabar su primer disco en 2012. Desde entonces, su carrera ha ido en ascenso no solo por el virtuosismo, sino por su sensibilidad y talento para la composición. Uno de los tantos ensambles con los que ha compartido se llama Song 3, el cual invitó a la escena para interpretar una versión de El diablo suelto, que siguió a la conmovedora Sonidos de la ausencia.

De su paisano Gustavo Medina, Siso interpretó Octava estrella, uno de los pocos temas cantados, para luego dar paso a dos intervenciones junto a Gaélica: Moura y Te vas. “Dentro de poco muy lejos estarás / No piensas mucho en cómo será / Este paisaje en tu memoria queda / Te echaremos de menos / No lo dudes más”, cantaron Gabriel Figueira y Rubén Gutiérrez, dejando en el ambiente la sensación de una road movie, de viaje, de despedidas.

Tiempo y Sin contratiempo fueron los temas siguientes. Para el primero, Siso llamó a Luis Julio Toro. Flauta baja y cuatro tenor dan vida a una melodía que arranca suspiros por lo hermoso de sus cadencias. Para el segundo, Siso sumó a Huáscar Barradas, en una interpretación memorable, que reunió a dos de las figuras más emblemáticas de la flauta en Venezuela. Gustavo Márquez al bajo completó aquella banda que se nutría cada vez de más músicos.

Se acercaba el final del concierto y era necesario apelar a la rumba. Con cuatro y con Patanemo brindó el clima perfecto para un cierre festivo. En los coros, Gustavo Medina, Ángel Díaz y Marcial Istúriz, quien hizo gala de su gran capacidad para sonear jugando con melodías audaces y letras creativas.


 

Aquiles Báez, el ingeniero del disco Darío Peñaloza y Siso, rociaron con cocuy de penca el álbum y a algunos músicos. Y finalmente aparecería en escena la imponente Betsayda Machado ataviada con su vestido y tocado de colores, para cantar algunos tambores y calipsos.


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Miguel parte a Irlanda a mediados de marzo para reecontrarse con su esposa. Los Sonidos de la ausencia vibran ahora en el público venezolano, que queda con un cuatro menos. Sin embargo, reina el consuelo de que un pedazo de Venezuela viaja dignamente representado con este guayanés y nuestra Identidad.


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