Por Ángel Ricardo Gómez
Fotografías: Nicola Rocco
Leo Blanco sale al escenario, se acerca al piano y retira la tapa superior. “Vamos a quitarle la ropa al piano”, bromea. Allí, de pie frente al instrumento, comienza a tocar las cuerdas internas de la caja de resonancia y digita simultáneamente algunas notas en el teclado. Quizás rememora sus primeros pasos en la música, como violinista de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Mérida.
Comienza a surgir algo agradable, estímulos para el oído y la conciencia, imágenes del Medio Oriente, del mar de Manicuare, de Boston. Es música que sana, que reúne, que ayuda. Leo vive en Estados Unidos y tenía mucho sin encontrarse con el público venezolano. La última vez fue en 2013, cuando presentó su más reciente producción, Pianoforte, en el del Festival El Piano y los Períodos de la Música, promovido por el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela. De eso han pasado 5 años. Ahora es julio de 2018 y, ya que visita Caracas, quiso aprovechar para tender su mano: produce esa maravillosa música que sale del piano, para prestar ayuda al más necesitado. A la salud de los músicos, lleva por título este concierto benéfico preparado por Guataca en el Centro Cultural BOD.
Azul de Manicuare es el primer regalo de Leo Blanco a la selecta audiencia de la noche. “Mañana, canción azul / Soles despiertan el oleaje sin fin / Corales como joyas de arenal, / Niños vestidos de sal y espuma”, reza la letra del tema, que en su momento cantó Beverly Rego, en tributo al poeta Cruz Salmerón Acosta (Cumaná, 1892-1929). Ahora suena totalmente instrumental.
Luego de tocar Colores del sur, el músico hace su primera intervención para saludar. “Es un placer estar acá nuevamente, siempre es un sentimiento diferente tocar en mi país, este es un pueblo muy musical, y lo veo a diario en mis clases en Berklee, donde mis alumnos venezolanos siempre destacan por su humor, su musicalidad y sus ganas de echar pa’ lante”. Después comienza la próxima pieza de la noche: una genial versión de Tonada del cabrestero de Simón Díaz.
“Camino del llano viene, puntero en la soledad / el cabrestero cantando, su copla en la madrugá…”. La letra llega inevitablemente a la mente con aquella música que fluye como sangre en las venas. Leo Blanco tiene en sus manos la esencia de la tradición mezclada con lo que le aportan las músicas del mundo con las cuales está emparentado a diario. Por su cátedra en Berklee College of Music, pasan estudiantes de Latinoamérica, Israel, Palestina, Marruecos, India.
En su perfil de docente de Berklee explica: “Mi objetivo es compartir mi entusiasmo y comprensión de los elementos de la música mundial con mis alumnos (…) He visto la emoción en las caras de ellos cuando reconocen conscientemente elementos de África, América Latina o los Balcanes, en la música de otras culturas. Puedo darles a conocer el poder transformador de la música y su capacidad de transportar a una persona al otro lado del mundo”.
El público en la sala viaja también con el concierto que ofrece el merideño, quien ahora interpreta un tema llamado Yemen, con marcada influencia de la música de aquellas latitudes. Leo Blanco combina la música de su piano con acompañamiento vocal, va entonando él mismo algunas de sus frases musicales, que esta noche cuentan también con el acompañamiento de Carlos Rodríguez, quien aporta un contrabajo con arco para este tema, y Carlos “Nené” Quintero en una exquisita percusión que puede incluir desde una caja peruana, pasando por sonajeros en los tobillos del artista, platillos o el sonido de un patito de hule.
Para rendir tributo al gran legado africano en Latinoamérica, Leo Blanco invita ahora al escenario a la cantante Ana Isabel Domínguez y al maestro Aquiles Báez, para interpretar Perú landó, un tema incluido en su disco África Latina. El poema Opalina de Beverly Rego acompaña esta interesante melodía.
Al presentar el Vals # 5, Leo Blanco bromea diciendo: “Les debo el 1, 2, 3 y 4, pero este fue el que más bonito me quedó”. En este tema pone a cantar al público, que en este punto es totalmente suyo.
El negro José de Aldemaro Romero inspiró el próximo tema, que Leo Blanco tituló El negro y el blanco, una relectura del clásico con todo su virtuosismo y tintes de joropo llanero incluidos.
Aquiles Báez reaparece en escena como invitado especial, esta vez por ser el autor del tema que interpreta Leo Blanco, A mis hermanos, una hermosa melodía que se ha convertido sin querer en un himno de los músicos venezolanos. “La música brasilera es famosa porque ellos tocan su propia música, como Chico Buarque haciendo música de Tom Jobim”, comenta el pianista antes de interpretar la composición de su coterráneo.
Cierra la experiencia con el tema que da título a su disco, África latina, una composición donde se hacen presentes los ritmos, melodías y modulaciones vocales de aquel continente, mas no en sus formas genuinas, sino filtradas por el afinado criterio musical de Leo Blanco. “Yo vengo investigando y conociendo música del mundo y filtrándola desde lo personal. A veces se cae en esa discusión entre los tradicionalistas y los que empujamos la barrera; yo soy de los que empuja. También soy protector de los tradicionalistas porque gracias a ellos he llegado hasta aquí”, ha dicho.
Allí está el Leo Blanco que se inició en la música en su Mérida natal, el que llega a la parroquia Candelaria de Caracas a finales de los 80, el mismo del Juan Sebastián Bar y Café Cristal, el director de la banda de Luzmarina Anselmi, el que salta a Estados Unidos a los 24 años y el que ahora con la docencia, retroalimenta y engrandece sus creaciones, pero también está el hombre solidario, quien se ha propuesto hacer música con propósito y ha venido ofreciendo conciertos a favor de causas benéficas.
“Yo creo que la música es como el agua, no se puede parar”, ha afirmado, y Leo Blanco es un caudal de creación cuyo fin no llegará ni con la muerte, pues su música suena y seguirá sonando por mucho tiempo en distintos formatos, como ya se puede constatar en Youtube. ¡Enhorabuena!