Hace un año, cuando Gustavo Márquez falleció a causa de un persistente linfoma no hodgkin, dejó música. Mucha música. Una playlist afortunadamente larga, de decenas y decenas y decenas de temas. Horas y horas de grabaciones que van corriendo, haciéndose presente en el tiempo y en el espacio.
Nunca dejó de tocar. Ni siquiera luego de las feroces quimioterapias a las que debió someterse por año y medio. Ni luego de que le practicaron ese complejo trasplante de médula ósea y, como indica el protocolo médico, lo aislaron del mundo. Confinado a esa habitación del Hospital de Clínicas Caracas, acompañó la soledad con los acordes de un cuatro y mostró el sonido de las cuerdas en sus redes sociales.
El cáncer no alejó a Gustavo —mejor digámosle “Gustavito”, como cariñosamente lo llamábamos— de los escenarios. Al contrario, se plantó, impetuoso, bajo los reflectores. Cuando en septiembre de 2017 Guataca quiso agasajarlo con un concierto, y tenerlo en primera fila como el espectador más importante de esa velada en la que tocarían para él sus amigos más cercanos, se apareció en el ensayo -con su bajo a cuestas-, diciendo que estaba listo para tocar: que se lo permitieran, que su lugar era en la tarima, que allí era donde verdaderamente se sentía a gusto.
Y, no faltaba más, se le hizo caso.
Parecía que acudía a los conciertos, puntual, para acariciar las cuerdas del bajo y, a cambio, llevarse la vibra de los aplausos. Daba la impresión de que lo asumía como parte de la terapia necesaria para frenar la reproducción anormal de sus células desenfrenadas. Allí -como en la calle- Gustavo sonreía como sonríen quienes quieren expresar que todo está bien, que no hay que preocuparse.
A un año de su fallecimiento, acudimos como devotos a escuchar la armonía robusta que era su bajo: esa playlist que dejó.
Gustavito, sin contratiempos, arropado por los reflectores de un teatro, entre amigos.
Gustavito, en ese tema suyo llamado Vértigo, interpretado por sus compañeros de C4 Trío.
Vértigo. El tema se llama así, vértigo, como el que produce este áspero año que solo ha sido posible transitar gracias a la música que dejó.
El sonido -su sonido- es, una y otra vez, un desafío ante el silencio de la muerte.
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A un año de su partida, se celebrará una misa en la Iglesia San José de Chacao, este 15 de mayo, a las 6:00pm.