El camino de la vida de César Gómez


Por Humberto Sánchez Amaya

Fotografías: Nicola Rocco

 

“Quizá comencemos un poco después, porque las vías están cerradas”, dice César Gómez durante la prueba de sonido previa a su concierto en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural.

Llegar a las Mercedes no ha sido fácil. No había paso vehicular por la avenida principal, pero no por alguna manifestación cotidiana del caos, sino debido a otro esfuerzo por alcanzar la normalidad en el país; esa cotidianidad anhelada.

Es domingo 28 de abril de 2018, fecha en la que se lleva a cabo también el Maratón Caracas 42K. Es, pues, un día de seguir rutas. Para los corredores y para los asistentes al concierto que —en carro o  a pie— hallaron la vía para encontrarse con César Gómez —cantante, compositor— y verlo en escena mostrando otra senda: la de su vida y principios a través de la música.


_26A7430.JPG

“La mañana de hoy quiero conducirlos a ustedes por el camino que me trajo hasta aquí, a cantarles mi música, a llevarlos por mi sendero, a las cosas que permiten componer”, dice el cantautor al comenzar el concierto que tituló Música en progreso.

Estaba previsto que el espectáculo comenzara a las 11:00 am, pero arrancó casi media hora después con Fiesta joropera, una obra que traslada al llano, al escobillao, al zapatiao, a las coplas, las arepas y la cerveza. Porque el llano ha sabido infiltrarse en el concreto de la capital. Y el paladar ha sido una estrategia que el arpa, el cuatro y la maraca han subrayado. El artista hace un paréntesis. Reconoce que han sido tiempos adversos, convulsos, pero no desespera y da una receta: “El año pasado tuve una pequeña revelación después de varios momentos difíciles. Quise hacer un pequeño ejercicio que llamé notas de felicidad. Anoté todo lo que me daba satisfacción, alegría. Al final del año, revisé todo lo que había anotado. Volví a revivir esas alegrías y fui feliz de nuevo”.

Hay amigos entre el público, además de los entusiastas que fervientemente atienden al llamado de las Noches de Guataca, como se llama el ciclo de concierto que ha visto trastocado su horario por las condiciones del país. “Habría que llamarlos matiné”, dice alguien jocosamente.

Pero eso no importa. Adentro es de noche, no solo por los artilugios de la iluminación, sino también porque el ambiente es el de una reunión de amigos que se reúnen en casa un viernes al final de la jornada. César, el anfitrión, los recibe gustosamente, alegre, acompañado de otros amigos músicos para contar, revelar, recordar y cantar. Hay intimidad, confianza.

Detrás de él están el mandolinista Jorge Torres, el cuatrista Daniel Requena, el arpista y pianista Manuel Camero, el percusionista Rolando Canónico y el bajista Edwin Arellano, atento también a la dirección musical.


_26A7711.JPG

César, de 41 años de edad, es un rostro conocido para quienes han seguido con cuidado las recientes manifestaciones de la música tradicional venezolana. Ha sido parte de proyectos como Vasallos de Venezuela y del colectivo Piso 1, por ejemplo, además de ser invitado en proyectos de músicos como Aquiles Báez, Edward Ramírez o  Rafa Pino. Ahora, la invitación es a escuchar lo propio. En 2011 estrenó su ópera prima en solitario, titulada César Gómez. Joropo siempre joropo.

En el Espacio Plural empieza a verse el camino prometido, ese que conduce a la interioridad del compositor, quien además pondrá a prueba lo que tiene preparado para su próximo disco. En Soy manifiesta una serie de principios con los que se presenta no solo como individuo, sino también como parte de un entorno y una tradición. La onda nueva le sirve para agradecer lo que Dios ha dispuesto para él, manifestar ser un fiel esposo, el hijo de nobles padres y respetuoso de las costumbres.

Frente a él hay un atril en el que están la lista de canciones de la velada y la introducción a cada tema: historias que cuenta con detenimiento. Cuidadoso. No quiere que se le escapen los detalles ni las palabras.

El sur al viento para homenajear a Venezuela, ese país al que siempre quiere regresar cuando viaja al extranjero. No son pocos los países a los que ha ido.  Francia, Alemania, Corea de Sur, Japón, Estados Unidos, Uruguay, Chile y Canadá son solo algunos. Pero confiesa que si bien disfruta en otros husos horarios, siempre tiene en mente el terruño que lo inspira.

El camino trazado no solo es de principios y anécdotas, sino también de géneros. Un golpe larense es su elección para convidar al escenario a Jesús Rondón, director musical de Vasallos de Venezuela y uno de sus maestros. Ambos interpretan La mujer venezolana, un tributo compuesto por ambos a un tema de mutuo interés: la mujer de este país.


_26A7552.JPG

A los coros se suman Zeneida Rodríguez, esposa del anfitrión, Ángel Ricardo Gómez, cantante y hermano de César, y el arreglista Javier Marín, en el cuatro.

César recorre el camino de esta mañana con varios mentores, como Aquiles Báez, con quien compuso Más feliz que nunca. Ambos comparten escena, como tantas otras veces. Aquiles, en la guitarra, atenúa el momento con notas que abstraen a quien escucha. Para que se vayan la tristeza y el desamor.

César no quiere dejar ningún cabo suelto en su paseo. Aprovecha la mañana para recordar que pronto cumplirá 17 años de casado con Zeneida, quien además de ser su compañera en ese vehemente plan que es la familia, también es su colega. Con ella no solo comparte hogar, sino tarimas con Vasallos de Venezuela y Piso 1.

A ella la define como una mujer echada pa’lante, con objetivos muy claros. Es doctora en música y profesora universitaria. Brinda por ella, quien lo ve y escucha, sentada y sonriente, desde el lado derecho del escenario. “Con ella puedo crear música. Yo aporto melodías, letras y un poco de armonía, ella aporta melodía, sutilezas, matices. Pero lo más importante es que siempre me objeta. Creo que es lo que permite que las cosas salgan bien. Porque yo no tengo la verdad absoluta, ni ella tampoco. Esa objeción nos lleva por el camino. Como pareja nos permite crecer”, dice el esposo enamorado antes de dedicarle Llovizna de mayo, un pasaje llanero.

Es un tema que tiene su génesis 15 años atrás cuando él le escribió un poema que se mantuvo guardado hasta hace poco, cuando lo encontró y revitalizó en canción. Al culminar la pieza, pide permiso, camina hacia ella y la besa. Algarabía del público por la picardía.


_26A7970.JPG

No hay eslabones a la deriva. El artista le canta a la vida y a quienes han estado con él durante años. Y la madre, sentada entre el público, también es agasajada con Perfume de ensueño, una contradanza que precede a Cuéntame un cuento, el merengue venezolano para  su amor chiquitico, Paula, su hija. Orgulloso padre cuenta cómo le encanta que la pequeña le pida escuchar los discos del Tío Simón, o cuando ella en casa pregunta si quien canta es Cecilia Todd o Lilia Vera, así como cuando escucha un joropo y tiene dudas porque le cuesta identificar si lo que suena es arpa  o bandola.

Ella, en su asiento, está inquieta. No encuentra cómo sentarse. Se acomoda a la derecha, luego a la izquierda. Sonríe, cruza los brazos, los coloca encima de las piernas. Tal vez son los nervios de ser brevemente el centro de atención en la sala. Al final se para para abrazar al padre.

César muestra en varias de sus canciones un país que disfruta, que le alimenta el alma y lo inspira; son manifiesto además de lo que está dispuesto a impulsar. Obras que son vitrina de un proyecto que va más allá de lo musical.

Hay jolgorio en su propuesta, pero el músico advierte que la felicidad es mucho más que la fiesta. “Es sentir la paz interna, estar pleno y satisfecho. La felicidad son los pequeños detalles, las cosas sencillas”.

Pero César demuestra que puede hacer de la parranda una canal para su mensaje. Él lo demuestra al llegar a la parte final del camino con un festejo a la vida en pareja. El público ha sido testigo de cómo desde el arte se reafirma lo posible. Quererte y amarte culmina el repertorio. Un tema que compuso junto con su esposa sirve como epílogo de un discurso que exalta principios y ejemplos con la familia como punto de partida. La música como medio para los valores.



Comparte esta historia