El pasado fin de semana Emilio Lovera reaparecería en el escenario tras catorce meses en los que se alejó de las tablas para tratarse un cáncer de colon que mantuvo al margen de la opinión pública. Ya era hora de celebrar su remisión. Reaparecería. Pero no le fue posible, porque horas antes de iniciar su espectáculo en el Anfiteatro de El Hatillo (Caracas, Venezuela), funcionarios del Servicio Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat) suspendieron las funciones de su show por ser “sospechoso que ni él ni su compañía hayan declarado en el último año”.
“Devolveremos el importe del ticket a quien lo requiera y trataremos en el futuro de buscar la manera de evitar estas represalias en nuestros eventos, pues yo no me rindo ante ningún tipo de cáncer”, afirmó el actor cómico a través de su cuenta de Twitter.
El humorista denunció que su organización y él son acosados de forma sistemática desde el punto de vista fiscal. “Deben saber que pertenecemos a la selecta élite de contribuyentes especiales. Incluso yo, como persona natural, que nos acosan fiscalmente en forma sistemática”.
“No se puede declarar lo que no se ha ganado, y no se ha ganado nada en el último año porque prácticamente no he trabajado”, aclaró.
Con 57 años de edad y más de tres décadas de carrera artística, Lovera es un icono del humor venezolano. Su faceta de cantante pudo apreciarse en el homenaje que Guataca hizo a Gualberto Ibarreto en 2016, durante el III Festival Caracas en Contratiempo.