Por Gerardo Guarache Ocque
El Concierto latino que Gabriela Montero estrenó en 2016 en Leipzig, Alemania, será editado el próximo 20 de septiembre junto con su interpretación del Concierto en sol mayor del francés Maurice Ravel. El nuevo álbum llevará el sello de Orchid, la compañía con la cual la virtuosa pianista caraqueña ganó un Latin Grammy por su lectura del Concierto No 2 del ruso Sergei Rachmaninov y su propia obra, titulada Ex Patria.
El registro corresponde a un recital memorable que Montero ofreció el 21 de julio de 2017 en el emblemático Teatro del Lago, ubicado en la remota ciudad de Frutillas, al sur de Chile, acompañada por la batuta de Carlos Miguel Prieto y la Orquesta de las Américas, integrada por 80 instrumentistas de unas 24 nacionalidades.
Montero aún sigue emocionada por el hito del Carnegie Hall: el pasado viernes 31 de julio, de nuevo acompañada por Prieto y la joven sinfónica cosmopolita que dirige el mexicano, se convirtió en la primera mujer en casi 60 años —la más reciente fue Dora Perelman en 1960— en interpretar su propio concierto para piano y orquesta en el prestigioso recinto neoyorquino.
“Fue un momento muy significativo para mí —dice la artista, en una pequeña pausa de su nutrida agenda de conciertos—. Siento que los venezolanos que estamos afuera trabajando por crear esa Venezuela mejor para el futuro, representamos a muchísima gente. Poder representar a nuestro país de la mejor forma posible en esa sala maravillosa como músico y como venezolana fue increíble”.
En Ex Patria, su primera obra, estrenada en 2011, la artista había concentrado sus energías en subrayar las notas dolorosas de la Venezuela de estos tiempos: “Es un documento de protesta, un poema tonal. Buscaba que, a través de la música, el público desinteresado e ignorante de lo que sucedía y sucede en Venezuela, entendiera la tragedia y la sintiese muy físicamente. Que no sólo conociese la parte estadística, los números y los datos, sino que la sintiese en un nivel emotivo”.
La creación más reciente de Montero, que será parte del mencionado próximo álbum, persigue un objetivo distinto. La obra, constituida por tres movimientos que suman unos 30 minutos, busca dibujar Latinomérica y sus contrastes.
“El Concierto latino es un reflejo de lo que somos como continente —explica la autora—. El extranjero tiende a pensar en nosotros como gente divertida, bonchona, de buen humor, y eso es parte de lo que somos. Pero también, detrás, hay una gran tristeza, mucho dolor, muchas historias trágicas. Es una obra que, si bien es súper rítmica y lírica, atonal, de música contemporánea y clásica, también está invadida por esos ritmos de nosotros. Por otra parte, asoma las sombras que no nos permiten evolucionar como gente, como países, como democracias. Combina los temas sabrosos con una una danza macabra y negra y armonías que son sumamente disonantes”.
La inclusión del Concierto en sol mayor de Ravel, una de las últimas obras maestras del gran compositor francés de principios del siglo XX, buscó (busca) completar el mapa hasta el norte de América e incluir en el discurso del recital (y el álbum) la influencia que ejerció en él el arte de George Gershwin, el jazz y la música estadounidense de los años 20 y 30.