Año: 2015
Producción musical: Adolfo Herrera y Aquiles Báez
Ingenieros: Javier Casas y Germán Landaeta.
Diseño/Fotografía: Liu Prato/Jorge Castillo
El Aquiles Báez Trío mutó tras la partida al extranjero del contrabajista Roberto Koch. Báez y el baterista Adolfo Herrera esta vez se juntaron con el joven bajista Gustavo Márquez, a quien también le correspondió sustituir a Rodner Padilla en C4 Trío cuando el falconiano se fue a Estados Unidos, para grabar con una de las grandes cantantes venezolanos de este siglo, una artista valiosísima: Betsayda Machado.
La cantante barloventeña, perteneciente a la agrupación Vasallos del Sol, ha mostrado su versatilidad. En un álbum que grabó con el pianista César Orozco, titulado Ébano y marfil, se aventuró con clásicos como “Ansiedad” (Chelique Sarabia) y “Soy Soñador(a)” (Carlos Moreán). Participó cantando boleros en el espectáculo En la vida hay amores, creado y narrado por César Miguel Rondón, y protagonizado un episodio del DVD celebratorio de los 10 años de C4 Trío. Todo parece ajustarse a su voz y su sabor, o viceversa. Pero lo que le resulta más natural es la música de costa, por eso entre 2016 y 2017 hizo se juntó con la Parranda El Clavo, del pueblo mirando que se ve desde la carretera nacional que comunica Caracas con oriente, y llevó su música a las ciudades e incluso hizo una gira por festivales de Canadá y Estados Unidos.
San Miguel, el trabajo que grabó con Báez y compañía, es una celebración, una ofrenda, una alabanza en forma de melodía, letra y ritmo. Machado saludó a varias de las fiestas tradicionales religiosas más coloridas del país. Aunque comienza con una “Fiesta del calipso”, en guiño a la Guayana, inmediatamente le dedica una oración a “San Miguel” en forma de sangueo. Le habla a San Juan sobre tambores, y saluda a “San Rafael” con un joropo recio. De paso, rescata los “Cantos de cacao”, “Cantos de lavandera” y “Cantos de pilón”, los recupera de un pasado ya difuso y les da color, los trae al presente con toda su magia pero sobre una base musical sofisticada. Una delicia para los oídos, y un sentimiento que acaricia el alma.
Herrera genera ritmos que son producto de una investigación casi antropológica. El resultado, sumando las sutilezas de Báez y la modernidad del bajo de Márquez, le hace honor a rincones olvidados del país, viejas costumbres ya en desuso, melodías y cantos que hablan de una Venezuela de otro tiempo. Le sacuden el polvo a una música muy vieja, al borde de la extinción, y la muestran al mundo bien trajeadas.
Machado también se adentra en “Receta de amor”, una romántica composición de Ignacio Izcaray, y en “Tonada de luna llena” de Simón Díaz que deviene en una gaita de tambora para San Benito.
San Miguel, en el fondo, es como si se cortaran bellos retazos de varias de las parrandas costeñas y se armara con ellos un gran álbum de sonidos. Una obra grabada como lo hacen los más grandes: en directo, sin cortes, todos en simultáneo interactuando.