Nadie como tú: La reafirmación de Luz Marina


Luz Marina siempre canta al oído. No concibe su arte de otra manera. No importa el tamaño del auditorio, café, teatro, sala de conciertos. No importa la virtualidad desangelada de las plataformas digitales. Su voz siempre va directo al hueso de la emoción, a lo entrañable, como una carta de amor que contiene lo más privado, exclusivo e inconfesable.

Nadie como tú (2025), desde el punto de vista discográfico, supone el regreso —aunque nunca hubo una partida— de la cantautora.

Mucho ha pasado desde Coincidencias (2007), aquel trabajo editado con Cacao Música, sello experimental apoyado por el grandeliga Bob Abreu, que contuvo lo mejor de su tinta y su miel, al punto que la revista Billboard lo seleccionó como uno de los mejores del momento. Pero Luz Marina sigue siendo Luz Marina. La poesía persiste como columna de sus canciones: 

A plena luz, a media luz, la soledad es un camino lento que conozco bien, como un ciego al viento (“A plena luz, a media luz”)

Yo sólo te veo, y cabe mi vida en un instante (“Yo sólo te veo”

Sobre esos versos, o junto a ellos, va todo lo demás. La canción es un artefacto delicado, en el que un elemento no funciona sin el otro. El mejor poema sufre ante la carencia de musicalidad. La partitura más sofisticada padece ante el vacío de una prosa. Luz Marina lleva muchos años trabajando minuciosamente la filigrana de ese objeto frágil y poderoso. 

“Nadie como tú” abre el álbum porque representó una vuelta de página en su historia personal. Atravesando momentos oscuros, halló la luz en una melodía que encontró rasgando su guitarra. Escribió unos versos que se dice a sí misma para reafirmarse y rehabilitar su voz. Se habla mirándose al espejo. 

La portada es un cuadro del artista Nelson Jovandaric

«La voz se me fue yendo —confiesa la cantautora—. Una madrugada, tomé la guitarra y sentí que tenía que hacer una canción para mí, con amor, para decirme lo maravillosa que es la vida, el privilegio que es la vida; que todos somos milagros. Y la voz volvió».

“Tik Tok”, la que cierra el LP, es el reverso de esa misma página de su diario: En sus manitas caben las mías/ estoy perdida felizmente. Le habla a la niña traviesa que habita dentro de ella. El arreglo, a pura voz y guitarra, acentúa la intimidad. Es como ingresar a la habitación de la artista, oír todo de lo que es capaz de transmitir con su sola presencia. 

La colaboración

Esta vez se apoyó en Alejandro Briceño, multiinstrumentista y arreglista ganador de Emmy, formado entre el Conservatorio de Música de Maracay, el Miami Dade College y la Universidad del Sur de California, quien se encargó concebir el acabado de sus piezas. El aliado hizo de todo: arreglos, guitarras, pianos, sintetizadores, mandolina. Grabó y mezcló.

En el contexto actual, el carácter orgánico de Nadie como tú reluce aún más. En la grabación, cada pieza se arma de lo estrictamente necesario. Administra sabiamente los recursos, evitando estridencias y sobrecarga. Luz Marina exhibe su rango, su expresividad, esos acentos muy suyos, de los que brota cierta sensualidad y en los que va entre el canto y el gemido. 

“Singin’ In The Rain” le sube intensidad al color. No es la “Singin’ In The Rain” del musical protagonizado por Gene Kelly y Debbie Reynolds de 1952, pero la alude. Es una inyección de ánimo para un día gris; una lección estoica. Su voz multiplicada, así como la del invitado Jorge Luis Ayala (presente en cuatro piezas con polifonías), cristaliza la lluvia y representa el florecimiento tras la sequía. 

El subidón anímico viene realzado por el conjunto de guitarras; por el cajón, tocado nada menos que por Euro Zambrano, presente en varias piezas; y por el bajo eléctrico fluctuante de otro colaborador, Ricardo Martínez, que dibuja un ambiente diferente del de la taciturna «A plena luz, a media luz», donde suena el contrabajo de Scotty Mearig.

El álbum, masterizado por el laureado ingeniero Boris Milán, aborda complejidades humanas que van más allá del bar, la noche y el amor romántico, pero de eso también tiene. 

“Pedazos de mí” es una balada abolerada, despechada: Me he quedado sin fuerza, sin pulso, sin aliento/ vida mía, duele el viento

“Quiero” es una rumbita catalana con desgarre andaluz: Quiero ser tu pan, que bendigas con tu boca cada migaja de mi cuerpo/ no te apiades de mí.  

En “Dime a dónde vas, corazón”, el mensaje de entrega amorosa viene con tumba’o caribeño. Podría grabarse como merengue dominicano lento. 

Desde siempre, a flor de piel 

De Alexis, su padre, Luz Marina Anselmi Landaeta aprendió a amar a Venezuela. De Rosa Marina, su madre, absorbió el gusto por la música venezolana. 

Nació en Oklahoma por una circunstancia: A él lo enviaron allá a continuar su formación militar. Pero a ella, sus padres siempre le dijeron que la concibieron en una luna de miel en el Hotel Humboldt, a lo que atribuye su conexión atávica con el Ávila, al que también le ha escrito su canción.  

Luz Marina fue una apuesta de Sonográfica durante los años dorados del pop venezolano. Llegó a la escena a mediados de los 80, en la cresta de la ola de aquel movimiento. 

Su primer trabajo, A flor de piel (1986), lleva el título de un hit de la pluma de Yordano di Marzo, que llegó a tiempo para que ella fuera parte del compilado En un sótano de la florida (1987), junto a Yordano, pero también a Ilan Chester, Franco de Vita, Evio di Marzo y Cecilia Todd. 

Trabajó con maestros como Henry Martínez, de quien aprendió lecciones sobre la actividad creativa. Al debut, le siguió Siempre (1989) y, más tarde, con Sony Music, un álbum de música brasileña, Amando (1991), y otro, Vestida en flor (1995), apoyada en varios autores. Sus canciones iban mostrándose a cuentagotas. 

Partió a Estados Unidos en 2003, tras firmar como compositora de Universal Music Publishing. Y editó el mencionado Coincidencias, en el que sí salió a relucir su impronta (100% letra y música de Luz Marina). Después, grabó uno de caprichos, junto al maestro Gustavo Carucí, llamado De todas maneras rosas (2013).

Desde hace unos 10 años, comparte con otro referente, Vinicio Ludovic, en el Menage, una agrupación concebida para el deleíte en vivo y directo, con la que ha actuado, por ejemplo, en El Maní Salsa de Miami, donde también ha regalado su voz al Jam Global que convoca esta plataforma los lunes. 

[Link para oír el álbum en Spotify]:

https://open.spotify.com/intl-es/album/5TrWTNIVdVQNcCcPf24JTU?si=SJIs4L0CTKKW8iSAX8JQWw


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