Por Gerardo Guarache Ocque
El cuatro ha experimentado muchas primeras veces en años recientes. En diciembre de 2020 se concretó otra de esas marcas y no fue sino hasta esta semana que tuvimos noticia de ello. Carlos Capacho, aquel joven guayanés de apenas 15 años de edad que ganó en 2004 el primer festival La Siembra del Cuatro, hoy, ya un hombre de 32, acaba de convertirse en el primer cuatrista egresado de la Berklee School of Music de Boston.
Berklee, una de las instituciones de formación musical más prestigiosas del mundo, otorgó a Capacho, con el grado de excelencia cum laude, el título de Master Of Music in Contemporary Performance (Global Jazz Concentration). Se suma así a una lista larga y brillante de egresados de la academia ubicada en Massachusetts, Estados Unidos: De Joe Zawinul a Diana Krall, de Juan Luis Guerra a Vinie Colaiuta, Steve Vai o Branford Marsalis. Los venezolanos graduados allí son unos cuantos, pero ninguno cuyo principal instrumento sea ése, el más autóctono y representativo.
“Tuve la dicha de aprender de los mejores de la historia del cuatro”, escribió Capacho en su Instagram esta semana, cuando recibió el certificado con el logo de Berklee, firmado por las autoridades de la institución y refrendado el 18 de diciembre de 2020. En el texto, conciso, también agradeció al maestro Cheo Hurtado, una suerte de padrino de toda una generación de cuatristas brillantes y artífice de La Siembra del Cuatro, certamen que durante más de 15 años ha multiplicado el furor por el instrumento nacional.
Hurtado, miembro del Ensamble Gurrufío, elogió desde sus propias redes sociales al pupilo: “Para mí es motivo de orgullo contar con Carlos Capacho como uno más de los hijos de la Siembra que lleva en alto la bandera de nuestro país a través de la música”.
De esa siembra surgieron los protagonistas de otros hitos en la historia del instrumento de Hernán Gamboa, Freddy Reyna, Jacinto Pérez y tantos pioneros. En 2018, Identidad, del cuatrista Miguel Siso, se convirtió en el primer disco de música venezolana, y con el cuatro como protagonista, en ganar el Latin Grammy a Mejor Álbum Instrumental, una casilla muy competida, reservada para proyectos sofisticados, que en años anteriores había reconocido a artistas como Chick Corea, al dúo del también pianista Michel Camilo con el guitarrista flamenco Tomatito, a la agrupación argentina Bajofondo, al mandolinista brasileño Hamilton De Holanda y a los cubanos Arturo Sandoval y Chucho Valdés.
El mismo 2018, por primera vez un álbum basado en el cuatro venezolano, el disco Pa’ Fuera de Desorden Público y C4 Trío, fue nominado a los grammys anglosajones. Y si hablamos de C4, un ensamble conformado por tres exparticipantes muy destacados de la Siembra del Cuatro, es preciso mencionar sus cinco nominaciones, entre ellas tres victorias, a los Latin Grammys.
Uno de sus miembros, el virtuoso cuatrista Jorge Glem, ha llevado el instrumento a escenarios junto a luminarias del jazz, entre ellas, el saxofonista cubano Paquito D’Rivera. Otra de las extremidades de C4, Edward Ramírez, conforma junto al cantante y letrista Rafael Pino el proyecto El Tuyero Ilustrado, que rescata el joropo del centro de Venezuela y que también ha logrado con su propuesta una postulación a los Latin Grammys.
En esos premios, que tienen una cara muy comercial y frívola y otra en la que confluyen artistas más concentrados en el hecho musical, también recibió un gramófono dorado en 2010 el compendio Tesoros de la música venezolana de Ilan Chéster, en el que participaron varios cuatristas; y estuvo nominado años después el trabajo Manzanero, de homenaje al ilustre compositor mexicano, realizado por Rafael “Pollo” Brito, a quien muchos reconocen por su canto o su faceta como presentador televisivo, pero que es otro de los grandes maestros del cuatro.
Nombremos, por supuesto, a ejecutantes destacados como Leonidas Rondón, Henry Linárez y Jorge Polanco, aunque son muchos más los que siguen sumando líneas a la historia del cuatro a través de cada obra que generan o escenario en el que actúan. El cuatro, cada vez más, a cuentagotas, se va insertando en la conversación musical a gran escala.
El título de Berklee engrosa la biografía de Carlos David Capacho Hurtado (Ciudad Guayana, 1988), el primer ganador de la Siembra del Cuatro, que ha sido un verdadero pionero, director de la cátedra de cuatro del Conservatorio Simón Bolívar. Es un músico del que esperamos más obras, aparte de las conocidas: Capacho y cuatro (2006), primer registro discográfico de su destreza, y Evolución (2009), un trabajo impecable, más libre y experimental. Con Guataca, participó en un concierto junto a Eddy Marcano en Nueva York en 2015.
La música venezolana tiene en el cuatro una constante, un embajador de madera y cuerdas de nylon, un símbolo que cabe en un estuche de 80 por 25 centímetros. El cuatro, esa guitarrilla de cuatro cuerdas heredera de la guitarra renacentista, esa especie de ukelele repotenciado, está en más del 90% de los 300 géneros tradicionales que se han cultivado en el país y que ahora se exhiben por el resto del mundo.