
El virtuosismo de Baden Goyo es sosegado. Sus canciones no admiten estridencias, suciedad ni apuros. Son como el paisaje de la carátula de Fondo y figura (2025), el álbum que grabó codo a codo con el vibrafonista Juan Diego Villalobos: una naturaleza exuberante pero apacible, un río correntoso pero calmo, una montaña imponente pero pacífica.
Baden ama el jazz. Lo estudia, lo respira y ejerce. Pero ha entendido, como artista que reside en Nueva York, la ciudad cosmopolita por excelencia, que las huellas que deja en las teclas de su piano tienen siempre una esencia tricolor, una cualidad venezolana, una matriz rica en ritmos y melodías con denominación de origen.
Cuando creó “Vida mía”, en cuya grabación participó el maraquero invitado Manuel Rangel, trataba de cumplir con un ejercicio de composición para el que se inspiró en la “Samba para Carmen” de Paquito D’Rivera, pero lo que surgió fue una onda nueva que tiene un cable conector inequívoco con Aldemaro Romero.
Cuando hizo “Primavera”, estaba pensando en música brasileña, pero decidió llevarse la pieza hacia lo que sería un tambor de mina afrovenezolano, sobre el cual erigió una melodía optimista; una banda sonora para florecimiento.
Y así va ocurriendo con cada canción. Por vocación mestiza, una cosa siempre termina llevando a la otra. La creación es siempre un tránsito.

Goyo y Villalobos: Curiosa dupla
El álbum, que conmemora sus primeros 10 años viviendo en Nueva York, plantea un formato curioso de piano + vibráfono, dos instrumentos similares en su naturaleza —percutivos y melódicos—, pero que se juntan como si uno fuese la extensión del otro. Baden cita como referencia la dupla de Gary Burton con Chick Corea, especialmente el álbum Crystal Silence (1973), que editaron juntos.
Juan Diego Villalobos, presente en las nueve piezas del álbum, es vibrafonista y percusionista, amante del jazz y la afrovenezolanidad, e hijo del Sistema de Orquestas. Ha actuado siguiendo la batuta de Gustavo Dudamel y, además, ha participado en álbumes importantes como Identidad (Guataca, 2018), el de Miguel Siso que ganó un histórico Latin Grammy.
El rol de Juan Diego en este contexto va de subrayar frases a responderlas, de montarse arriba del mensaje o colorear alrededor de lo que plantea Baden. Al “Joropo para Eddy”, en el que Goyo tuvo la fortuna de contar con el homenajeado (violinista) Eddy Marcano en la sesión, se le revela la picardía oriental en el momento de los solos, que emulan el estribillo de ese género cultivado en el noreste de Venezuela.
Figura y fondo, grabado por los ingenieros Felipe Fournier y Lou Holtzman y mezclado y masterizado por Germán Landaeta, abre con “Danza violeta”, una danza zuliana en la que Baden quiso exhalar algo del espíritu de tantas piezas maravillosas de esa tradición, como “Maracaibera” (Rafael Rincón González) o “Sr. JOU” (Pablo Camacaro). Del mismo modo, en “Cómo van pasando los años”, intentó acercarse a grandes valses lentos del cancionero nacional, como “Viajera del río” (Manuel Yánez) o “Admiración” (Luis Laguna).
“Amanecer” es como un descanso en mitad del disco. Es un remanso tras dos merengues: uno dominicano y el otro venezolano. El primero es “Amapola”, único cover del álbum, de puño de letra de Juan Luis Guerra, en el que el cuatro de Jorge Glem se encarga de poner la sazón caribeña. Y el siguiente es “Nostalgia caraqueña”, el poema sonoro que Baden le escribe a su ciudad natal para recorrer sus calles desde el lente de la distancia.

El aprendizaje
Formado entre la Escuela de Música Lino Gallardo y la sala/aula del maestro Gerry Weil en Sabana Grande, Baden Goyo (Caracas, 1990) fue pianista principal de la Simón Bolívar Big Band Jazz en los tiempos en los que compartía en escenarios y estudios con personalidades como Pablo Gil, Aquiles Báez, Rafael “Pollo” Brito, Eddy Marcano y Alfredo Naranjo. Desde muy joven, le tocó jugar en la liga de mayores.
En 2015, se marcha a Nueva York becado por la New School para un programa de performance de jazz. También recibe una beca de talento de la Fundación Cultural Latin Grammy. En esa época, colabora con Rubén Blades en la creación de un tema, titulado “¿A dónde?”, que acaba en el laureado álbum Big Band Jazz (2017) de la leyenda salsera panameña.
La pieza que cierra el disco, grabado en el estudio EastSide Sounds, se titula “Agua por debajo del puente” y es un tributo a Gerry Weil, fallecido en noviembre de 2014. El mensaje de la canción está emparentado con las enseñanzas del maestro.
«Su filosofía era de dejar fluir, dejar pasar, no estancarse», recuerda el propio Baden, quien le mostró la canción a Weil en vida. El mensaje y el sonido de la pieza, meditativo y sanador, calza a la perfección con el arte en el que trabajó el argentino Guido Flichman, quien se valió de un Araguaney, el cerro Ávila, las amapolas, el verde y el agua de un río para pintar el mundo de 37 minutos que concibió Baden Goyo.