Chipi Chacón en el escenario de Guataca Nights Madrid (2019). Foto: Archivo Guataca
Por Eudomar Chacón
Dice Gerald “Chipi” Chacón que la noche del 23 de septiembre, cuando sopló las velas de su cumpleaños 31, no pidió una nominación al Latin Grammy, a pesar de que existía la posibilidad de que al día siguiente apareciera su nombre entre los postulados a los premios más importantes de la industria musical latinoamericana.
La mañana del martes 24, la noticia retumbó en sus oídos: la Academia Latina de la Grabación lo reconoció como aspirante en la categoría de Mejor Nuevo Artista, donde comparte con su compatriota Nella Rojas, tomando en consideración un nuevo capítulo artístico de su carrera, que comenzó hace poco más de tres años.
Desde Bogotá, donde reside actualmente, el trompetista y cantautor, cuya rigurosa formación académica comenzó a sus 5 años de edad en el Sistema de Orquestas, habló de su pasión por la trompeta, de la influencia que ha ejercido en su carrera su padre, Gerardo Chacón, de sus 18 tatuajes y de la emoción que siente al compartir en la lista de nominados venezolanos a los premios con personajes como Ricardo Montaner.
“Lo que más disfruto tocar es la música que tengo la oportunidad de crear”. Foto: Cortesía Chipi Chacón
—Para quienes no te conocen, verte en la categoría de Mejor Nuevo Artista pudiera significar que tienes poco tiempo en esto, pero en verdad ha sido mucho el camino recorrido. ¿Cómo recibes la nominación?
—De verdad que estoy muy feliz. Además, me presenté a estos premios con Transparente, mi disco como cantante. Esta carrera nueva comenzó apenas en 2016, aunque sí, este camino comenzó hace mucho. Fueron 15 años en el Sistema de Orquestas. Ya tengo dos discos que son instrumentales, con la trompeta, que es por lo que la gente más me conocía. Estoy contento de que esto haya pasado con este performance, con mi voz y mi trompeta, porque es mi música y mis canciones. Es lo que represento como artista: soy una mezcla de muchas cosas, de jazz, música clásica, pop y letras románticas; y la trompeta, que es mi mejor herramienta para expresarme.
—Vienes de una familia de músicos. ¿Qué llegó primero a tu vida: la guataca o la academia?
—Estuve estudiando en el Sistema de orquestas desde los 5 años y, con la trompeta estoy desde los 7, siempre estudiando mucho y leyendo música. La guataca la desarrollé poco a poco, quizá gracias a mi papá, quien nos acercó a la música popular.
—Habiendo crecido en un ambiente tan musical, ¿qué momento tienes en tu memoria en el que dijiste: ‘yo me voy a dedicar a esto’?
—Siempre me dediqué. Mi abuelo: Evencio Chacón, violinista y compositor tachirense. Mi padre, Gerardo Chacón, que participa en todos mis discos y es productor de mis canciones, de mi música. A mi hermano mayor, Eric, que me lleva 4 años, lo veía estudiando la flauta y fue una de mis mayores inspiraciones. Siempre supe que esto era lo que quería. Mi papá también nos inscribió en un equipo de béisbol, pero los dos nos fuimos por el camino de la música. Con la Sinfónica, mi hermano empezó a girar desde el 98, y yo desde el 2000, desde la Expo en Hanover, y no hemos parado desde entonces.
—¿Por qué “Chipi”?
—Chipi fue un apodo que me puso mi madre. En realidad, me decía Chipilín, y eso pasó a Chipi, las maestras del preescolar me empezaron a llamar así y así se quedó: El Chipi pa’ siempre.
—¿Cuántos tatuajes tienes y qué representan?
—El primero creo que me lo hice a los 17 años. Debo tener como 18: tengo tatuados el logo del sello disquero de Chet Baker, un trompetista que admiro muchísimo y que era un gran cantante. Tengo tatuada en los dedos la palabra jazz, Tengo tatuado el nombre de mi madre, que falleció. Tengo un corazón, unas estrellas, una rosa, un Homero Simpson, la frase ‘I love music’. ¡Tengo muchos!
—¿Cómo llegaste a la trompeta?
—La trompeta llegó a mí. Cuando empecé a estudiar música, en el Sistema de Orquestas había un maestro que te enseñaba todos los instrumentos. Desde el principio me gustó la tuba y el trombón. Y como mi familia venía de tocar cuerdas… mi papá el bajo, mi abuelo el violín, mi tía por parte de padre también tocaba el violín, y mis tíos por parte de madre eran músicos aficionados y tocaban mandolina, tiple… Entonces mi papá me aconsejó que, para romper un poco esa línea, escogiera un instrumento de metal. Y la oportunidad se presentó: había una trompeta en la escuela, en el núcleo de la Rinconada del Sistema, y un maestro que se llama Pedro Núñez, que me motivó. Y aparte mi padre, completó esa formación poniéndome grabaciones de Wynton Marsalis, Arturo Sandoval, Miles Davis…
—Eres un polifacético. Has pasado de lo académico al jazz, la salsa y el pop con facilidad. ¿Qué es lo que más disfrutas tocar?
—Realmente lo que más disfruto tocar es la música que tengo la oportunidad de crear. Del jazz me gusta mucho la improvisación. La salsa, también. Es un género con el que experimenté bastante, sobre todo en Caracas. Tuve la oportunidad de tocar con salseros importantes como Cheo Feliciano, Gilberto Santa Rosa, Lalo Rodríguez y estuve en Salserín como cinco años. Tengo mi banda, la Charangoza, y ahí puedo experimentar con la producción, canciones hechas por mí y arreglos. El pop es lo más nuevo, pero lo fusiono con jazz. Es lo que más ha tenido éxito de mis canciones.
—En tus primeros proyectos dejaste ver tu virtuosismo en la trompeta. ¿Cuándo decidiste lanzarte al ruedo como cantautor?
—A principios de 2016 saqué mi canción Almas gemelas. Lo hice con muchísimo temor, lo confieso, ante todo, por ese público que me seguía, melómano, más por esa imagen de jazzman. Fue como un riesgo, perder todo eso, pero no ocurrió. Gente que me seguía como instrumentista se unió a este nuevo performance con mi voz y se identificaron con mis letras. Los solos de trompeta siguen teniendo el toque académico y siguen teniendo ese toque de virtuosismo. Yo sigo estudiando la trompeta. Sigo yendo a festivales de trompeta. Este año he ido a Europa, a Guatemala, Panamá, haciendo cosas como trompetista. Lo bonito es que viajo a estos sitios y de repente hay gente que me pide que cante algunas de mis canciones. Estoy muy agradecido con la academia por fijarse en esta nueva etapa, que ya es un sello, una marca, un performance.
—Más de una decena de artistas venezolanos fueron nominados al Latin Grammy. En tu opinión, ¿cuál es la situación actual de la música venezolana?
Estoy contento por todas las personas que nominaron de Venezuela. Personas que mi generación admira mucho, como el gran Ricardo Montaner, ídolo de todos. Es un honor estar en esta lista con él. El talento en Venezuela es algo que no merma. Por ejemplo, los chamos del Sistema de Orquestas, que es mi casa, no paran. A pesar de la situación y la crisis, el talento sigue adelante. En estos momentos, lo importante es apoyarlos. En épocas de crisis, el arte y la cultura se ven muy afectados. Trato de apoyar a los chamos que tienen sueños como los que yo tuve de tocar, cantar, viajar, conocer el mundo y de hacer discos.