Itinerante: El álbum migratorio de Miguel Siso



Foto: Ángela Mujica

Foto: Ángela Mujica

Por Gerardo Guarache Ocque

Miguel Siso musicalizó su propia historia desde que emigró. Itinerante es la banda sonora del periplo de un viajero que, por donde va, recoge esencias y se las apropia. Su nuevo álbum lleva en el corazón la venezolanidad como algo inherente y natural, pero nunca vista hacia adentro. Todo lo contrario. Es una obra anclada sentimentalmente en el terruño, pero siempre con los ojos —y sobre todo, los oídos— apuntando al horizonte.

Si se ubica junto a Identidad (Guataca, 2018), su álbum ganador del Latin Grammy, Itinerante (independiente, 2021) es la continuidad de su relato personal. Aquel gran disco de tapa negra fue grabado enteramente en Venezuela y editado justo antes de que Siso partiera a Irlanda. Muchos de los músicos que lo acompañaron en aquellas sesiones, volvieron a participar en esta otra producción, pero ahora la mayoría, al igual que él, vive fuera del país, regada por Europa, Latinoamérica y Estados Unidos.

Somewhere In The World es un gesto de agradecimiento con su país de acogida. El guayanés encontró en las similitudes del patrón rítmico del joropo y la música celta la materia para elaborar una pieza majestuosa, que evoluciona y crece a medida que se van incoporando sonidos y texturas. Protagonizan el cuatro, así como los bags pipes y los whistles, dos vientos fundamentales del ambiente celta tocados por Gabriel Figueira de Gaélica. Pero se van añadiendo la percusión afrovenezolana de Yonathan Gavidia, el violín de Lucas Sánchez y más piezas de un rompecabezas con fragmentos de dos mundos que calzan perfectamente.

Todos los instrumentistas mencionados se sumaron en esa pieza al cuarteto base que Siso escogió para toda la obra: Manuel Alejandro Sánchez (contrabajo), Jhonny Kotock (teclados), Adolfo Herrera (batería) y él con su cuatro, por supuesto. Los cuatro se reunieron en los estudios Abbey Road de París para unas sesiones que se vieron interrumpidas por la pandemia, pero que lograron fijar una primera capa sobre la cual erigir el álbum. La ingeniera de grabación de estos encuentros fue Carolina Santana, quien recientemiente recibió un premio Óscar, junto a los mexicanos Carlos Cortés, Michelle Couttolenc y Jaime Baksh, por el sonido de la película Sound of Metal (2019).

Con Sánchez, Kottock y Herrera (y Santana), recibió a su invitado de honor, Alexis Cárdenas, para tocar un joropo recio y virtuoso que compuso expresamente para él, llamado El cardenal. Fue uno de los temas grabados en simultáneo, a la vieja usanza, todos juntos en una sala. Para su regocijo, el gran violinista zuliano, concertino de la Orchestre National d’Île-de-France, dijo que, frente a esa partitura, se sentía como pez en el agua: «Se parece a mí».  

Otra que convocó a muchos invitados fue Quita los males, un son que le da cierre al disco, con soneos de Marcial Istúriz, solos de percusión latina de Luisito y Roberto Quintero, la trompeta alegre de Chipi Chacón y los montunos del pianista Jhonny Kotock. A Siso, como inmigrante en Dublín, le ha tocado ir con su instrumento de cabecera a muchos bailes, de modo que quería recrear esas experiencias en un capítulo de su disco y, de paso, enviar un mensaje de aliento en tiempos duros: Mi son te quita los males. Esos cuatro minutos y pico muestran lo sabroso que se mueve el cuatro dentro del ambiente salsero.


Foto: Gabriela Szeplaki

Foto: Gabriela Szeplaki

Cuenta el artista que al día siguiente de la gala de los Latin Grammys del 15 de noviembre de 2018, de la que salió con un gramófono dorado valiosísimo a Mejor Álbum Instrumental, le vino a la mente una melodía. Salió apurado de la ducha y le pidió a Bárbara, su esposa, que lo grabara con el celular allí mismo en la habitación del hotel en Las Vegas. A partir de ese motivo que se le ocurrió, creó Regreso a casa, la que inauguró su nuevo ciclo creativo y con la que volvió canción su deseo, tan recurrente en todo exiliado, de abrazar a su familia. También va por esa línea Tonada de la nostalgia, única pieza de cuatro solo del disco, en la que intervino el ingeniero de grabación Vladimir Quintero, que compuso en una prueba de sonido en uno de esos días melancólicos que experimenta alguien de tierra caliente instalado en un país frío donde el sol sale muy poco.

Guayaba es una de las piezas más interesantes de Itinerante. Miguel concibió una fruta cuyas semillas son de golpe de Patanemo de Venezuela. Y una vez que le metes un mordisco, le descubres sabores de la música caribeña, un dulzor cubano, otro poco de cumbia y un acidito de jazz.

La virtud del artista reside en su capacidad para recoger algunas esencias, mezclarlas ingeniosamente y crear su propia manera de decir las cosas. Uno de tantos ejemplos de ese principio es una pista llamada Palabras del río. Las aguas del Caroní, grabadas desde cierto paraje del Parque La Llovizna de Ciudad Guayana, anteceden a una gaita de tambora que lleva por un encima una melodía entrañable acentuada por su voz. Esa voz, usada como instrumento de viento para enfatizar el leit motiv de la canción, es ya parte de su sello como creador. Es un tema relajante, que involucra percusión afrovenezolana de las manos de Ángel Castro, quien participó en casi todo el álbum.


Miguel Siso Itinerante.jpg

De esa pasa a un cuatro procesado, que lleva chorus, delay, reverb y algún veneno adicional, que define el tono de un tema llamado De allá vengo. Si el título no es suficiente para entender de qué va, el ritmo completa el mensaje. Es un calipso, género cultivado en Bolívar, el Bolívar natal de Siso. Pero, de nuevo, acá no tienen lugar los purismos. Ese calipso, que incluye el saxo de Eric Chacón al estilo de The Brecker Brothers, es otra especie más agresiva y vanguardista, inclinada hacia el jazz fusión, que puede disfrutarse con el oído, con el cuerpo o, mejor, con ambos al mismo tiempo. Una combinación fabulosa de virtuosismo y sabor.

A su arribo a Irlanda en 2018, Siso y su esposa —y musa— Bárbara Sánchez se hicieron muy amigos de sus roommates, Fabiana y Alexandre, una pareja de brasileños. A ellos, y a la misma Bárbara, que ama la música de Brasil, les dedicó el bossa Caminos. Bárbara, además, se encargó de diseñar la carátula; un collage con retazos que representan a cada canción del álbum. La itinerancia del elefante, animal migratorio que siempre tira para adelante a pesar de las adversidades, un estampado de Cruz-Diez, un cardenal, una mata de sávila que quita los males, un paso de piedras del Parque La Llovizna. Una nueva vida sobre blanco.

Si se preguntan por qué Itinerante suena tan bien, piensen no sólo en ingenieros de grabación como Carolina Santana y Vladimir Quintero. El artista se apoyó, tal como lo hizo en su laureado Identidad, en la llave ganadora de Darío Peñaloza (mezcla) y Jesús Jiménez (mastering). Además, esta vez Miguel se involucró mucho más en ese departamento. Él solo, desde su home studio, grabó, entre otras cosas, todos los instrumentos del tema que sirve de puerta de entrada al álbum. Se titula Itinerancia, y no sólo remarca el concepto del título y el arte, sino que exhibe hasta dónde van sus capacidades como instrumentista. Allí, junto al cuatro tradicional y su cuatro triple, suena un melao de ukulele, guitarra, bajo, tres cubano, voces y hasta teclados. Y —¡sorpresa!— todo tiene sentido. Es un world music, con raíz venezolana, que se parece a un viaje en canoa por un paísaje recubierto de árboles, exótico y salvaje. Son tres minutos y medio que dicen: Bienvenidos a mi mundo.     


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