
Odisea: Concierto para cuatro y orquesta es una experiencia inmersiva. Es un simulador de vuelo que, desde las bondades del universo sinfónico, celebra la raíz tradicional venezolana. La obra, escrita por Gonzalo Grau, interpretada por Jorge Glem y Gustavo Dudamel junto a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, llegó a plataformas digitales.
La pieza escrita para el instrumento venezolano es el plato fuerte de Odyssey (2025), nuevo álbum firmado por Dudamel, ganador de siete premios Grammy, que también incluye Todo terreno, aporte del también compatriota Ricardo Lorenz y el Danzón 9º de Arturo Márquez, célebre compositor mexicano.
“Es un vibrante homenaje a la rica tradición sinfónica de América Latina (…) y una celebración de nuestras raíces, nuestro recorrido y el espíritu ilimitado de la música latinoamericana”, dijo Dudamel sobre un álbum que sale en vísperas de su residencia histórica junto a la Simón Bolívar, de 10 conciertos con entradas agotadas, junto a Coldplay en el mítico estadio de Wembley de Londres.

Odisea por la patria de Bolívar
El cam-bur-pin-tón —las cuatros notas al aire de la afinación tradicional del cuatro— va apareciendo cada tanto durante el recorrido como leit motiv; como hilos que atan los retazos de la geografía. Es un sello, un jingle patrio, una bandera hecha sonido.
Durante 22 minutos, el cuatro de Glem va pintando la naturaleza y coloreando idiosincrasias. Es él quien cabalga adelante, con su habilidad asombrosa para generar ritmo, cantar melodías y construirse armonías desde esa pequeña guitarrilla de cuatro cuerdas.
La orquesta subraya los mensajes más importantes, realza los relieves topográficos, remarca las diferencias de colores y texturas entre un paisaje y el siguiente. Interviene cuando el relato requiere un fresco a gran escala, como el que se erige, impetuoso como el cerro Ávila, en el tramo definido por el merengue caraqueño y su síncopa bailable.
Basta pinchar el botón de play para que la orquesta diga hola y le baje un telón abrupto al cuatro, que comienza por una malagueña cumanesa a orilla del mar, desde aquel oriente que, como diría Henry Martínez, es otro color.
La añoranza que acompaña la tierra amada del laureado cuatrista, miembro del C4 Trío, es el motor que le permite a la nave despegar. Hacia el cierre, muta a un golpe larense, cuando sobrevuela la región de quien lleva la batuta, el prodigio del Sistema, el muchacho de los rulos.
Suena el polo margariteño, la jota, el pajarillo —por supuesto— y los golpes de tambor afrovenezolanos de quichimba, culoepuya, quitiplás. Cada trecho se va develando precedido de interludios, que Grau, el compositor, prefiere llamar encrucijadas, como las que vemos en las carreteras nacionales.
El trasfondo
La Odisea fue comisionada a Gonzalo Grau por la Filarmónica de Los Ángeles y estrenada por Glem, Dudamel y la orquesta californiana el 28 de julio de 2022 en el Hollywood Bowl. En los días previos a los ensayos, Jorge, nervioso ante la cita, dijo: “Es el mayor reto de mi carrera”. Pero más adelante, Dudamel y él volvieron a darle vida a esa partitura en otros escenarios y junto a otras formaciones.
No se trata de la primera obra para cuatro y orquesta. En Venezuela se han estrenado conciertos de esas características de los creadores Orlando Cardozo y Leonardo Lozano, así como una pieza titulada Oleajes, de Juan Carlos Sanz. Y en abril de 2022, en suelo europeo, específicamente en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia (España), el cuatrista Leo Rondón estrenó su Concierto del Mar para Cuatro y Orquesta junto a la Sinfónica de la Región de Murcia. El director en esa ocasión fue el gran trompetista Pancho Flores.
Cada cita de la Odisea representa un hecho histórico. En junio de este año, la tocaron junto con la Filarmónica de Nueva York, de la que Dudamel ya es director artístico (tras más de 15 años al frente de la LA Phil) en una serie de conciertos al aire libre en parques de la metrópolis: el Central Park (Manhattan), el Van Cortlandt Park del Bronx, el Prospect Park de Brooklyn y el Cunningham Park de Queens.
Pero antes, a comienzos de año, Dudamel y Glem, quienes han estado colaborando desde hace dos décadas, presentaron la obra, junto con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, en una gira por París, Londres, Luxemburgo, Berlín, Múnich, Bruselas y Madrid.
Era natural que el registro discográfico de la pieza del compositor y arreglista que ha atendido encargos de la Sinfónica de Atlanta, de Sir Simon Rattle y la Filarmónica de Berlín, de la Boston Pops Orchestra, así como de las pianistas francesas Katia y Marielle Labèque y el cuarteto de cuerdas Brooklyn Rider, estuviese abrazado por la manta orquestal tricolor. En este caso, la de la agrupación bandera del Sistema de Orquestas.
Odyssey (Platoon Records), viene envuelto en un arte de Óscar Bastidas, diseñador e ilustrador establecido en Nueva York, en el que, no sólo aparecen ellos mismos, sino que destacan guiños pintorescos al país. Sale representada la Reina Pepiada, la empanadera, el llanero, el mango: Pop art inspirado en el folclore.
El cuatro es parte de ese imaginario venezolano y, cada vez más, gracias a la cristalización del sueño de Glem —internacionalizar su instrumento—, se va volviendo un elemento recurrente en la mente de amantes de la música en el mundo entero.