La primera vez que Mariana Isabel Gómez subió a un escenario tenía tres años de edad. Lo hizo para cantar “Niño lindo” en un espectáculo navideño de Piso 1, plataforma musical que produce su propia madre, Lorena Rodríguez, y en la que cantan su papá, Ángel Ricardo Gómez, y sus tíos, César Gómez y Zeneida Rodríguez.
Aunque no recuerda mucho de ese día, tiene claro que todo le parecía gigante. Pero ella no estaba nerviosa: “Para mí fue un juego con mi familia”, confiesa. Aquel primer encuentro con el escenario le sirvió para darse cuenta, a su corta edad, que ese era un espacio en el que se sentía feliz y viva.
Mucho ha pasado desde entonces hasta ahora, cuando presenta su primer concierto como solista, enmarcado en el ciclo Noches de Guataca. Había cantado un sinnúmero de veces con Mi Juguete es Canción, su espacio de formación musical, dirigido por Andrea Paola Márquez y Jorge Torres. El maestro Aquiles Báez la había invitado en varias ocasiones al evento navideño Aquiles Báez con la Sra. Parra Anda. También había compartido escenario con luminarias como Henry Martínez, Serenata Guayanesa, Elisa Vegas y la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, Betsayda Machado, Cheo Hurtado y Francisco Pacheco; y hasta había hecho ballet. Pero esto era otra cosa.
Buscando el modo —así se titula el espectáculo de la artista de 16 años— es distinto a todos los demás. Es el primero en el que canta, no como invitada, ni como parte de un colectivo musical, sino como solista, lo que quiere decir, a su vez, que es la primera vez que desnuda ante el público su propuesta musical, comparte sus referentes y las canciones que resuenan en ella en este momento de su vida. Básicamente, es un recital que marca un antes y un después en su carrera.
“¡Buenas noches! Muchas gracias por venir a compartir con nosotros esta Noche de Guataca —son sus primeras palabras tras cantar el primer tema de la noche, “Tiempo de esperanza”, de Henry Martínez—. Soy Mariana Isabel Gómez y ando buscando el modo. ¿El modo de qué? Ya lo iremos descubriendo”.
A partir de ese momento, y durante la hora que dura el concierto, la artista nos ofrece su propia visión de varios clásicos del cancionero venezolano. En “De repente”, de Aldemaro Romero, Mariana le canta a un mundo que vende espejismos como si fuesen amor y alegría. “Y ahí está uno, en este paso de la niñez a la adultez, como quien se vuelve loco y confunde su pasado y su presente, muriéndose por seguirle la corriente a un mundo que te promete fama como sinónimo de felicidad, dinero fácil como equivalente al éxito, distrayéndonos, confundiéndonos, para ponernos a mirar hacia fuera y no hacia adentro”.
Luego interpreta “Todo este campo es mío”, de Simón Díaz, para hablar de sí misma: “Todo este campo es mío. Esta divina soledad, para hallarme, para encontrarme”, dice en el interludio de la canción. Cuando hace “Quisiera”, del Pollo Sifontes, confiesa que quisiera ser cantante de musicales, y hacer de eso su luna y su sol: “Mirarme en Broadway y escribir esa historia como un poema de amor y dar conciertos floridos con cada latido de mi corazón”. Se le quiebra la voz. El público estalla en aplausos.
La acompaña una banda de músicos por los que siente admiración: el percusionista Jorge Villarroel, el maraquero Manuel Rangel, el bajista Nelson Echandía y el cuatrista Andrés Contreras, todos dirigidos por el mandolinista Jorge Torres. Junto a ellos hace el merengue “La negra Atilia”, de Pablo Camacaro y Henry Martínez, y “No te vayas lejos”, de José Delgado.
El día que Mariana recibió la llamada de Guataca para invitarla a hacer este concierto, recuerda que sintió miedo. Fue clave el apoyo de sus mentores y de sus padres para confiar y dar el “sí” a este reto. Quizá fue por eso que incluyó “Lucero”, de Amaranta Pérez, en el repertorio de la velada: “Es que la oscuridad siempre se asoma y viene a confundirte —afirma al principio de la canción—. Pero uno decide si le da entrada o no, y la verdad verdadera es que adentro tenemos la luz que nos fue sembrada desde el inicio de los tiempos”.
Y como un homenaje a Aquiles Báez, ese gran padrino musical que creyó en ella desde que era una niña, la cantante interpreta “Porque nació el niño Dios”, aguinaldo que el propio maestro le compuso para que ella la hiciera con la Sra. Parra Anda.
Joelicet Acosta y Jesús Miguel Cerda, compañeros de Gómez en Mi Juguete es Canción, suben al escenario para hacer juntos “Retablillo de Navidad”, de Aquiles Nazoa, y “No aparecen”, de Juan Luis Guerra, esta última en versión merengue venezolano.
“Esto ya está a puntito de terminarse, pero no quiero que perdamos el hilo: Todos tenemos un sueño y las herramientas necesarias para ir por él. Sé que apenas estoy empezando el camino, pero estoy convencida de eso”, dice antes de invitar al escenario a Jhoabeat para hacer, con él y toda la banda, “Para bailar mi coreografía”, de José Delgado.
Jhoabeat y Mariana hacen juntos una versión voz-beatbox de “Buscando el modo” (Pedro Marín), que ambos grabaron en un videoclip que salió semanas antes del concierto. Finalmente, la artista llama a Ángel Ricardo Gómez, Zeneida Rodríguez, César Gómez, Andrea Paola Márquez y a quien escribe estas líneas para cerrar el concierto a ritmo de parranda con “Córrela”, de Un Solo Pueblo. Cada uno le dedica prosas que son un espaldarazo en este, su bautizo como solista: Mariana Isabel, en Noches de Guataca / Tu talento y voz es lo que más destaca; Y con este orgullo que dentro no cabe / Te digo, te amo, creo que lo sabes; Córrela, córrela, córrela, córrela, Mariana / Es tu bella voz la que mi alma engalana.
Mariana Isabel Gómez culmina su concierto feliz y agradecida. Para muchos, ya dejó de ser “Marianita”, la sobrinita musical de la movida caraqueña. Para ella, este es solo el comienzo de muchas más anécdotas en el escenario, ese espacio que la ha acompañado y la ha visto crecer desde que era una pequeña de solo tres años.