Música, humor y lágrimas por la memoria de Aquiles Báez


Personas reunidas en el concierto homenaje "A nuestro hermano Aquiles Báez"
Foto: Nicola Rocco

Cerca de mí te encuentras tú. Solemne, hermosa, iluminada. A un paso de entregarte mi amor… Avanzar con un homenaje al maestro Aquiles Báez tras escuchar en su propia voz “Un secreto entre los dos”, tema que grabó en su disco EnCantado, es una tarea titánica para todos. Pero ahí estamos, reunidos en su honor y guapeando en la Plaza Altamira Sur, esa en la que él mismo tocó en tantas oportunidades bajo el cielo de Caracas. 

Amigos, familiares y seguidores del maestro nos hemos congregado para recordarle como a él le hubiese gustado: haciendo su música. La violinista María Fernanda Montero, concertino de la Sinfónica Municipal de Caracas, es la primera en subirse al escenario. Lo hace acompañada por el mandolinista Jorge Torres (director musical del concierto), el bajista Luis Freites y el cuatrista Javier Marín. Juntos hacen “La casa azul”, ese vals que Aquiles le compuso a su hogar de infancia, ubicado en La Vela de Coro. Y después se sumarían el maraquero Carlos Pérez y el percusionista Vladimir Quintero para completar la banda.

Mishell Peinate y Richard Bello, integrantes del Dúo Wamma, hacen el merengue “Mi pequeña”, clásico que Báez le dedicó a su hija Andrea. El público aplaude, pero nadie aún se atreve a emitir palabra alguna. Hay un silencio ceremonial en la plaza. Luego suben Constanza y Fernanda Cegarra, quienes conforman el proyecto Hel’manas, para interpretar “La despedida”, pero justo antes de hacerlo, Montero —su madre— rompe el silencio: “Esto está muy silencioso, y aquí Aquiles estaría muy feliz de ver la semilla sembrada de su música”. Lo dice porque estos cuatro jóvenes (Mishell, Richard, Constanza y Fernanda) forman parte de la última generación de jóvenes músicos que recibieron clases con Aquiles.

Carlos Pérez, Luis Freites, Javier Marín, Jorge Torres y María Fernanda Montero. Foto: Nicola Rocco

Albe Pérez, gestora cultural que por años estuvo al frente de Cultura Chacao y fue cómplice de los festivales Caracas en Contratiempo que tuvieron grandes momentos en esa misma plaza, se sube al escenario junto a Ernesto Rangel, director de Guataca y compadre de Aquiles: “Yo diría que esta plaza me recuerda a Aquiles —dice Ernesto—, porque acá hicimos muchas cosas con él. El maestro, en su búsqueda de conquistar espacios para la música, pensó en lugares como éste”.

Luego es Marina Bravo quien habla: “Me toca abrirle a otra generación de cantantes que, en su momento, también fuimos jóvenes promesas”. Y acto seguido, canta “Tu primavera”, un landó que Aquiles le compuso a ella para que lo incluyera en su álbum Garza perdida. Luego Hana Kobayashi canta el merengue “Llegaste tú”, y Jorge Torres dirige el joropo oriental instrumental “Er petejota”.

Subo yo entonces, en representación de quienes trabajamos con el maestro en la oficina de Guataca. Aquiles fue también mi mentor musical, y hace unos meses me entregó una canción inédita de su autoría que escribió en el último año. Es un tema hecho en forma de bambuco, titulado “Píntame la esperanza”, que me habría encantado estrenar con él en la guitarra. Me quedan los recuerdos de las clases en su apartamento, en las que me dio las indicaciones interpretativas de ésta, su canción.

A lo largo del concierto se han escuchado notas de voz de algunos amigos de Báez que están fuera del país y que quisieron formar parte de este homenaje. Gente como César Miguel Rondón, César Muñoz, Héctor Molina, Juancho Herrera, Juan Ernesto Laya, Miguel Siso y Rafael “Pollo” Brito, cada uno compartiendo anécdotas hermosas y divertidas en torno al personaje. A veces se ríe. A veces se llora. Y algunas veces las carcajadas vienen con lágrimas. Todo a la vez.

Ángel Ricardo Gómez y Zeneida Rodríguez, dos de los miembros de la parranda navideña de Aquiles, pasan, uno tras otro, para rendirle tributo musical. El primero canta el joropo “Vengo de esta tierra”, y la segunda hace lo propio con “Si tú no estás”.

Uno de los momentos más ceremoniales de la tarde sucede cuando el cultor Ángel Palacios pasa a cantar unos versos que le escribió a nuestro homenajeado: Aquí les traigo estos versos / Que salen del corazón / Van dedicados a Aquiles / En toda su invención / Que Dios guíe tus caminos / Directo a la eternidad / Tu marcha la marca el ritmo / De tu musicalidad.

“Más feliz que nunca” es el tema con el que César Gómez decide honrar la memoria de Báez. Cuenta que fue una tonada que hicieron y grabaron juntos para el segundo álbum de su carrera como cantante.

La plaza está abarrotada de personas y la gente sigue llegando. Sin duda, Aquiles quiso en grande y lo quieren en grande. Andrea Paola, quien trabajó codo a codo con él muchas veces, no es la excepción: “No puedo evitar pensar en cómo un Aquiles joven, con su guitarra en la mano, emprendió luchas quijotescas desde el corazón, desde la ternura, y así logró tocar muchos corazones. A ese Aquiles joven le llamaban ‘Guataca’”. Y, tras algunas pausas obligadas por nudos en la garganta, canta junto a Mariana Serrano “Duerme mi niña”, tema que el guitarrista le compuso a la hija mayor de su compadre Ernesto Rangel.

Recuerdo que el lunes 12 de septiembre, cuando desperté con la noticia del fallecimiento del maestro, lo primero que llegó a mi mente fue su canción “La mañana”: En qué pálido embrujo nació la mañana. En qué sombra se cubre tras la luz el verso. Cómo dar sentido a la ilusión que florece entre mágicos sueños que de noche se me pierden. Es ese el tema que cantan Taumanova Álvarez, Huguette Contramaestre, Corina Peña y Tabaire Díaz en este homenaje musical.

Lo hacen acompañadas por Josué Hernández en la guitarra y Cheo Hurtado (Ensamble Gurrufío) en el cuatro, quien se queda en el escenario para tocar junto al guitarrista y locutor Miguel Delgado Estévez (El Cuarteto) un tema instrumental. A ellos se les suma Mauricio Castro “Morito” (Serenata Guayanesa), quien interpreta “Por alguien como tú”, de Carlos Moreán y Claudio Gámez. El público le acompaña en el coro: Ay, por alguien como tú / La luna, el cielo, el sol / Teniéndolos los dos.

Se acerca el cierre del concierto, y la violinista María Fernanda Montero vuelve al escenario para hacer junto a la banda el que es, posiblemente, el tema más icónico de Aquiles Báez: “A mis hermanos”, ese hermoso merengue que le compuso a sus hermanos: a Julio, el mayor, y a su gemelo, Gustavo, de cuya muerte brotaron sus notas. Para muchos es imposible contener las lágrimas y acompañar a los músicos con las palmas.

Al finalizar el tema, subimos todos al escenario —cantantes, invitados, equipo de producción, músicos cercanos al maestro y demás— para cerrar este homenaje a ritmo de parranda, no sin antes pedir públicamente que se bautice a esta plaza con su nombre. Mi anhelo, y el de todos los congregados, es que en el futuro no se le olvide a nadie que por allí y muchos otros escenarios pasó un artista genial y prolífico, un guitarrista virtuoso, un bromista incansable, un hombre muy generoso cuyo legado pica y se extiende, llamado Aquiles Báez.


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