
Los buenos aprendices suelen sorprender a sus maestros. Los alumnos del Taller de Repertorio Venezolano de Jorge Torres lo lograron al editar un álbum con novedosas versiones de canciones de su profe, del gran mandolinista, arreglista y compositor que ahora puede atestiguar en plataformas digitales cómo calaron en ellos sus enseñanzas, sus consejos, su lectura del paisaje sonoro del país.
La historia detrás del álbum Música de Jorge Torres (2025) del comenzó como una sorpresa para Jorge, quien hace un par de años abrió un taller para estudiar a autores venezolanos con un abordaje profundo. Los chicos toman a un compositor, abren la puerta de su mundo y se dedican a escrudiñar sus creaciones hasta crear un repertorio y dar un recital. Así lo hicieron con Luis Laguna, Henry Martínez, Aquiles Báez, Edward Ramírez y Cristóbal Soto.
Pero un día, exactamente el domingo 24 de marzo de 2024, Jorge llegó a la sede de Mi Juguete es Canción en Colinas de Bello Monte y encontró las sillas en semicírculo. Vio llegar a algunos padres y madres, incluso amigos suyos. Lo hicieron sentarse y le dieron un concierto con sus propias composiciones adaptadas a varios formatos. Lo vio boquiabierto, con un nudo de orgullo en la garganta.
“Estos chamos tienen un nivel y una comprensión de la música que yo no tenía a esa edad”, cuenta Jorge, quien ha procurado dejar en ellos algo de sus años de aprendizaje en la construcción de ensambles, desde las lecciones con Orlando Cardozo en la Escuela José Reyna o con Luca Vincenzetti en el Taller de Jazz Caracas, pasando por sus experiencias con Carlos Sanoja, e incluso en aquel Ensamble Kapicúa que tuvo con Edward Ramírez y Álvaro Paiva y los tiempos de la Movida Acústica Urbana.
Jusse Pinto y Mariana Romero, dos estudiantes de sonido de la academia Audio Place, trajeron el talento que faltaba para generar un registro de esas canciones. Jean Sánchez abrió las puertas de su estudio, Chimarra Records, y así el grupo, con edades que van entre 15 y 22 años, ingresaron a cabina a jugar a ser músicos (y serlo, al final). Javier Gerardino mezcló y masterizó el resultado. Alejandro Calzadilla diseñó el traje final.

El álbum va más allá de un examen aprobado, de una tesis digna de la congratulación condescendiente. Es una gran fiesta sonora de ritmo, armonía y juventud, comenzando por el “Patanemo con TDR”, que Torres compuso especialmente para el álbum y el único en el que el compositor participa como instrumentista.
“Patanemo con TDR” dice todo lo que pretende expresar el álbum: Cuánta belleza puede resultar de la comunión de voluntades y talentos, cuánto amor se puede manifestar por esta música in situ. En esa pieza, que el autor escribió inspirado por “Selva y lujuria” de Saúl Vera, confluyen violines, cuatros, voces, una bandola llanera (que toca Viviana Montero) y las maracas pícaras de Paola Mendoza atadas a la percusión de Adrián Peña. Es un monumento hecho con mucha atención al detalle.
El TDR Ensamble, que en realidad serían varios ensambles bajo el mismo paraguas, funciona como orquesta experimental porque combina sonoridades que no están acostumbradas a cohabitar. No configura grupos de cámara, ni estudiantinas tradicionales y mucho menos una orquesta sinfónica. Pero involucra elementos de todas las anteriores. Por ejemplo, inserta en el contexto popular al fagot, tocado por Ángel Colorado (muchacho versátil porque, aparte, fue finalista en la edición 20º aniversario del Festival la Siembra del Cuatro).

El álbum, que fue presentado en directo el pasado 29 de junio en el Centro Cultural de Arte Moderno de Caracas, incluye dos piezas inéditas con letra que Torres escribió como ejercicios del Taller de Escritura de Canciones dictado por un especialista en la materia, Henry Martínez.
“Gaita para la luna” es una gaita de tambora en la que participan las hermanas Fernanda y Constanza Cegarra, también conocidas como Hel’manas, vocalistas que suelen funcionar como una sola criatura. Sus voces se juntan, se entrecruzan, dialogan entre sí, generan un manto colorido como el de un pulpo que pinta con muchos pinceles a la vez.
La otra cantada es “Palmasola”, un pasaje llanero a cargo de Miguel Aom, que Torres compuso inspirado en la vieja fotografía de una vaca que perteneció a los ancestros de Andrea Paola, su pareja y aliada, dedicados a la ganadería en tiempos blanco y negro. Pero no lo hizo buscando forzar un sentimiento bucólico de alguien que no ha vivido en el llano, sino dejándose permear por la ciudad y sus particularidades. Al mismo tiempo, dejó colar sus angustias por el país y sus fracturas en lo que va de siglo.
Los jóvenes escogieron el merengue caraqueño “En la cuerda floja” del álbum que Jorge editó en formato de trío en 2018, pero lo llevaron a otro nivel. El autor, mitad en broma mitad en serio, dice que ya no quiere escuchar las versiones originales porque sus pupilos las trasladaron por caminos más interesantes.
También seleccionaron tres temas de HING (2022), el álbum unipersonal del mandolinista. Esa opción planteó un reto —y un sinfín de posibilidades— porque, al tratarse la obra original de un arreglo para mandolina sola (la de 10 cuerdas que toca él, al estilo Hamilton de Holanda), replantearlas implicaba un desafío de creatividad. ¿Cómo pintar un fresco más amplio que respete el espíritu de la semilla inicial?
“La pequeña Ramona”, una suerte de merengue caraqueño lento con ánimos de aguinaldo, se acercó aún más al mensaje primigenio. Inspirado en una pieza que Aquiles Báez escribió basada en Canción de Navidad de Charles Dickens, él quiso agregar un fantasma extra al de las Navidades pasadas, presentes y futuras de la historia del célebre escritor británico. Jorge quiso representar la Navidad posible, el futuro promisorio, la esperanza; y resulta que en la nueva versión la multiplicidad de instrumentos del TDR Ensamble trajo consigo precisamente ese impulso revitalizador que sólo pueden ofrecer las nuevas generaciones.
Con “El polvorín” pasó algo similar. Un joropo con las puertas abiertas a la improvisación, dedicado al barrio El polvorín, contiguo a su residencia en Caracas, les permitió a los jóvenes destacar en los solos, estallar de talento, levantar vuelo.
La danza “Martina” es un caso especial. En HING, Jorge la grabó con su mandolina sirviéndole el terrero a la flauta cantante del invitado Luis Julio Toro. En este contexto 2025, la mandolinista Wretchen Davalillo y el guitarrista Diego Gutiérrez invirtieron esos roles: ella cantó y él le prestó el acompañamiento.

El álbum Música de Jorge Torres del TDR Ensamble sale en vísperas del 11º aniversario de Mi Juguete es Canción, un proyecto de Andrea Paola Márquez que comenzó como un espectáculo infantil con música original y muñecos de trapo que exaltaban a personajes esenciales de la cultura venezolana como Morella Muñoz, Aquiles Nazoa y Conny Méndez. Las reuniones y ensayos de un único show se convirtieron en un espacio permanente de enseñanza, que se diversificó, incorporando danza, teatro, arte plástico e incluso diseño de escena, construcción de escenografía y otras vertientes y oficios del ambiente artístico.
De mudarse de una sala a otra, sin sede fija, pasaron a ocupar un espacio en la avenida Caurimare de Colinas de Bello Monte a partir de 2023, tras lograr el tercer lugar en el Concurso Ideas y el premio a Jóvenes Emprendedores del Banco Mercantil. De trabajar con niños de máximo 12 años, extendieron ese límite porque los alumnos no querían retirarse una vez que cruzaban el umbral de edad.
Uno de los programas que funcionan en ese espacio es este Taller de Repertorio Venezolano, que se ha convertido en uno de los proyectos más importantes y satisfactorios de la carrera de Jorge Torres. Algunos se han formado desde la matriz de Mi Juguete es Canción, otros se acercaron desde Carayaca, La Guaira, pero la mayoría ha migrado desde programas como el Alma Llanera del Sistema de Orquestas.
El álbum del TDR Ensamble es también el reflejo de una tendencia luminosa dentro de un contexto de tragedias y dificultades cotidianas: El deseo de una juventud por impregnarse de su propia cultura y sus colores; de todo lo que guardan esas armonías y ritmos cultivados en este rincón del planeta llamado Venezuela.