Un festín de mandolinas en forma de álbum


Todo empezó durante la pandemia. Jorge Torres sobrellevó el encierro conversando desde su Instagram con unos 70 mandolinistas venezolanos sobre el instrumento, sus retos y bondades. Una vez que acabaron las restricciones, se puso literalmente manos a la obra para llevar la esencia musical de esos encuentros virtuales a lo que ya es un álbum: Sesiones con mandolinistas Vol. 1 (2023).

A diferencia de los discos que ha firmado como solista, en los que Torres ha tenido total control del timón, esta vez el trabajo fue absolutamente colaborativo. Cada decisión, en cuanto a la escogencia de los temas y la elaboración de los arreglos, fue producto de un diálogo. Cada canción representa algo especial en la vida de sus intérpretes. Pero más allá del trasfondo, son 10 episodios que muestran, no sólo lo expansivo que puede ser el universo estilístico de la mandolina, sino lo expresivo que puede resultar ese pequeño instrumento de origen italiano cuando está en manos tan diestras.

Con Florencia Colina, multiinstrumentista —sobre todo, pianista—, tocó un delicado vals venezolano de ella titulado “Mañana”, que contrasta con la picardía del pasodoble que le sigue. Sí, es un pasodoble obra de Iván Adler (1959-2002), maestro al que le deben mucho los mandolinistas en Venezuela, tanto en lo académico como en lo popular; no sólo fundó el Grupo Instrumental de Cámara Multifonía, sino que diseñó el pénsum para el estudio de la mandolina del Instituto de Estudios Musicales (hoy Unearte). 

La pieza de Adler, que Jorge encara junto con quien fuera su maestra, Patricia Rojas, se titula “Toreño” y es un baile con esplendor de antaño. Las mandolinas se entrelazan. Cuando una lleva la base rítmica, la otra canta con libertad. Cuando una dice algo, la otra responde. 

La Estudiantina Universitaria de la UCV suele tocar mucha música de Cristóbal Soto, multiinstrumentista y compositor, fundador del Ensamble Gurrufío, establecido en París. La actual directora de esa agrupación, Yolanda Aranguren, de quien Jorge recibiera lecciones en la Escuela Pedro Nolasco Colón, es otra de las invitadas. A ambos les pareció apropiado ejecutar “Encontrada”, una contradanza de Soto. 

Cada encuentro está registrado en formato audiovisual para Youtube. De modo que las Sesiones con mandolinista Vol. 1 no sólo son para escuchar, sino para ver. Este factor, y el hecho de que cada grabación requiriera presencialidad, hizo que el proyecto tardara en concretarse. Torres se activó, por ejemplo, cuando el barquisimetano William Hernández (Onda Guara) visitó Caracas para que grabaran la gaita de tambora “El otro Jordan”. Lo mismo, cuando Enrique Márquez llegó desde Maturín, donde vive, para que pudieran trabajar juntos en el “Merengue sabanero” con el que homenajearon a otro compositor y baluarte, Orlando Cardozo. También, aprovechó apenas Enmanuel Araque se mudó a la capital, desde Mérida, para lograr “El mocho” como tributo a su autor, Domingo Moret, fallecido integrante del emblemático grupo Raíces de Venezuela. 

Jorge Torres (Caracas, 1985) es uno de los mejores mandolinistas de Venezuela. Es compositor y arreglista. Ha sido ganador en dos ocasiones del Latin Grammy por sus colaboraciones en los discos Tesoros de la música venezolana (Ilan Chester) y Será (La Vida Boheme). Ha firmado tres álbumes, Estado neutral (Guataca, 2010), En la cuerda floja (2018) y el unipersonal HING (2022). Además, fue productor musical del Homenaje a Gualberto, tanto del espectáculo presentado en el Festival Caracas en Contratiempo como del álbum editado por Guataca en 2016. En 2019 fue seleccionado para participar en el programa estadounidense de intercambio cultural para músicos, One Beat, gracias al cual recorrió la costa del Pacífico colombiano compartiendo con colegas de todo el mundo.

En un viaje más reciente, de gira con la cantante Andrea Paola Márquez  por España entre mayo y junio de 2023, Torres le sacó el jugo a su periplo y se reunió en Barcelona con Sabrina Ramírez para versionar la onda nueva “Bichonear”, obra de Edwin Arellano que le dio título al álbum debut del ensamble Los Sinvergüenzas en 2001.    

Arellano, uno de Los Sinvergüenzas y maestro de Jorge en la Universidad de las Artes (Unearte), está muy presente en el álbum. Él toca una de las dos piezas en las que intervienen mandolas, un instrumento de la misma familia, pero con un sonido menos brillante, más grave; una octava por debajo. Recurriendo al paralelismo, vendría a ser como el chelo en el mundo de las mandolinas. 

Juntos, tocaron un tema de Arellano titulado “Caracas sincrónica”, como homenaje a aquel ensamble que lideró el fallecido Raúl Abzueta y que sentó un precedente importante en la música instrumental venezolana a finales de los 90 y principios de este siglo. En cuanto al ritmo, está hecha en un compás de 5/4, como el estándar de jazz “Take 5” de Dave Brubeck o el archiconocido tema central de Misión imposible, obra del argentino Lalo Schiffrin. 

La otra mandola es la de Giovanni Sciortino, artista que ha estado en proyectos como el Grupo Araya y la Orquesta Típica Nacional y ha colaborado con figuras como María Teresa Chacín. Con él, trabajó en “Un pueblo diferente a los otros”, una danza que escribió un mandolinista de las nuevas generaciones, el zuliano Andrés Palmar, que reside actualmente en México. 

Nancy Gómez, autora e intérprete de la penúltima canción del álbum, “Melancolía”, fue quien lanzó la pregunta que sirvió de disparador. En una de aquellas charlas en contexto pandémico, convocada por Antonio Barrios —entusiasta creador de la página Mandolinistas de Venezuela—, ella fue la que dijo: ¿Por qué no, además de conversar, tocamos? Y así surgió la idea de Sesiones con mandolinista Vol. 1, una obra, con ingeniería de Javier Gerardino y Jean Sánchez, y diseño de Alejandro Calzadilla, que deja la puerta abierta para próximas entregas. 


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