
Nuevas efemérides de la música venezolana colorearon el calendario de 2022. Son conquistas culturales que merecen celebración de aniversario en los años por venir. Hechos trascendentales que evidencian el progreso avasallante del cuatro y su posicionamiento en el mundo, y muestran cómo, poco a poco, los ritmos de raíz tradicional que se han cultivado en este territorio se cuelan en programas de mano, repertorios y marquesinas internacionales, exhibiendo, además, un encanto que les permite sortear viejos pruritos y penetrar nuevos ambientes.
Comencemos por lo que ocurrido el 28 de julio en el Hollywood Bowl de California. Esa noche, el cumanés Jorge Glem, miembro del ensamble C4 Trío, estrenó Odisea: Concierto para cuatro y orquesta, una obra del caraqueño Gonzalo Grau que dirigió el barquisimetano Gustavo Dudamel al frente de la Filarmónica de Los Ángeles. Tres venezolanos estuvieron en el primer plano de un escenario estadounidense por el que ha pasado de lo más grande del mundo sinfónico y pop; Los Beatles y Queen, por ejemplo. Tres paisanos mostraron una pieza que pone al instrumento nacional de su país como protagonista.

Pocos días después, a comienzos de agosto, se escucharon por primera vez en ese mismo escenario, de nuevo con Dudamel y la LA Phil, tambores afrovenezolanos. Uno de los embajadores de esa tradición rítmica, que estuvo dándole duro a los cueros, orgulloso, fue el percusionista Yonathan Morocho Gavidia.
Antes de todo eso, el 24 de abril, Leo Rondón, cuatrista yaracuyano, había estrenado su Concierto del Mar para Cuatro y Orquesta. En el recital, realizado en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia (España), Rondón tocó junto a la Sinfónica de la Región de Murcia y, en rol de director, el ilustre trompetista tachirense Pacho Flores.
En Venezuela ya se habían presentado obras en ese formato de los creadores Orlando Cardozo y Leonardo Lozano, así como una pieza titulada Oleajes, de Juan Carlos Sanz. También, por ejemplo, existe y ha sido tocado en directo el Concierto típico No2 para cuatro y orquesta típica de Ricardo Escorcio, ganador del Concurso de Composición para Cuatro Fredy Reyna. Pero el de Rondón es el primero que ve luz en suelo foráneo (y europeo).
Rondón fue uno de los invitados al Festival Paax GNP, promovido por la directora orquestal mexicana Alondra de la Parra y efectuado en la Ciudad de México del 29 de junio al 3 de julio. En su programación, destacaron grandes músicos venezolanos como Baden Goyo (piano), Freddy Adrián (contrabajo), el ya mencionado Pacho Flores, Alexis Cárdenas (violín) y Edicson Ruiz (contrabajo).
Rondón, cuatrista establecido en Barcelona, España, expuso allí las bondades del instrumento venezolano por excelencia. Tocó con su cuarteto, compartió con Flores, Cárdenas, con el trombonista Jörgen Van Rijen. Participó en la presentación de La Sinfonía imposible de Arturo Márquez. Acompañó, en un momento sublime, a la mallorquina Concha Buika.

Mientras todo esto ocurría en México, el cuatro venezolano se preparaba para anotarse un golazo en un teatro de Miami. Durante todo julio y parte de agosto, un musical titulado Papá Cuatro, que tuvo a esas cuatro cuerdas como elemento aglutinador de cinco historias de destacados músicos venezolanos migrantes, estuvo en la cartelera del Colony Theatre.
La obra, escrita por Juan Souki y montada con la compañía teatral Miami New Drama, presentó a la cantante y actriz Mariaca Semprún, la bandolista Mafer Bandola, el percusionista y baterista Adolfo Herrera, el arpista Eduardo Betancourt y, por supuesto, Miguel Siso, gran cuatrista guayanés que en 2018 se llevó un Latin Grammy histórico por su álbum Identidad (sello Guataca).

También en agosto, del 6 al 14, Héctor Molina, otro miembro del C4 Trío, estuvo en Canadá, donde tocó con la Sinfónica de Montreal y su director, el portocruzano Rafael Payare, el Concierto venezolano para trompeta y orquesta del maestro cubano Paquito D’Rivera. Se trata de una obra que fue estrenada hace un par de años por Jorge Glem como invitado. Sin embargo, es una partitura concebida especialmente para el trompetista Pacho Flores, uno de los mejores solistas de su instrumento en el mundo. D’Rivera la escribió como una suerte de homenaje a Venezuela y sus ritmos. Desde entonces, Pacho la ha tocado en varios escenarios y con diferentes orquestas, como por ejemplo en California con la Sinfónica de San Diego y el propio Payare con su batuta.
Como parte de un festival inspirado en la música latinoamericana, la directiva de la Sinfónica de Montreal y los organizadores le abrieron a Molina un espacio en el calendario de eventos, el día 13 de agosto en la Salle Claude-Léveillée, para un recital unipersonal. The Cuatro: Echos of Venezuela, decía el programa, para que el que le exigieron al merideño concentrarse en su repertorio estrictamente venezolano, sin sus covers de world music ni otros caprichos universales.

La música venezolana había hecho su agosto —literalmente—. Pero todavía tenía más para dar. En septiembre, la Academia Latina de la Grabación publicó la lista de nominados a los Latin Grammys 2022, entre los que se contaron más de 20 venezolanos. De las dos ceremonias, celebradas el 17 de noviembre en Las Vegas, la gran mayoría salió sin gramófonos. Sin embargo, una casilla de postulados saltó a la vista y dejó un dato para la historia.
El Latin Grammy en la categoría Mejor Álbum Instrumental, que al final ganó el mandolinsta brasileño Hamilton De Holanda con su obra Maxixe Samba Groove, tuvo como nominados a cuatro proyectos de venezolanos, uno de ellos, el de la violinista Daniela Padrón con la pianista cubana Glenda del E. Los otros tres fueron el maestro Gerry Weil con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar por su monumental trabajo sinfónico, la agrupación Raíces de Venezuela por Ofrenda y C4 Trío con su Back to 4.
Además, este año la Academia Latina de la Grabación le entregó el Premio a la Excelencia Musical a Yordano. Un gramófono reconoció la grandeza de esa poesía callejera, de esa música mestiza con sabor a Caribe y alma de rock and roll. El autor de “Manantial de corazón” y otras seis luminarias, entre ellos el bajista Abraham Laboriel, las cantantes Rosario, Amanda Miguel y Rita Lee, así como el clarinetista y saxonofonista Paquito D’Rivera, fueron reconocidos por su aporte mayúsculo al sonido latinoamericano, a la cultura de una región vasta y variopinta.

C4 Trío, por cierto, también se había anotado un hito en su hoja de vida durante 2022. La noche del 30 de junio, tocó por primera vez en el Lincoln Center for The Performing Arts de Nueva York, una suerte de templo de la cultura neoyorquina y estadounidense. Interpretaron allí ese álbum nominado, recién sacado del horno, el Back to 4 que produjeron junto al estadounidense Michael League, gran músico que pertenece a la banda de jazz fusión Snarky Puppy y quien está detrás del festival GroundUP y el sello del mismo nombre, a cuyo catálogo se sumó el disco del ensamble cuatrístico.
Fue la primera vez en la historia de C4 que su trabajo pasa por las manos de un artista extranjero de alto nivel. Cada peldaño que sube el ensamble es un peldaño más para el cuatro venezolano. Y el año 2023, tal como ya ha sido anunciado, saldrán de gira con Snarky Puppy. Ya son 10 fechas confirmadas en ciudades estadounidenses entre marzo y abril.
Otro de los C4 sacó su jonrón con las bases llenas este año. El ganador de tres Latin Grammys, bajista del ensamble, arreglista y productor Rodner Padilla cristalizó un viejo anhelo. El domingo 23 de octubre estrenó su Concierto para bajo eléctrico y orquesta junto a la Miami Symphony Orchestra (MISO) y su director, Eduardo Marturet, en el Knight Concert Hall del Adrienne Arsht Center, la sala de teatro más importante de Miami. Otra novedad. Otra primera vez que merece una ovación. Otra efeméride que celebraremos en el futuro.
