La fiesta de la flauta de Daniel Barragán



Foto: Nicola Rocco

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Por Adriana Herrera

El repertorio de la guataca de ese domingo estaba escrito en la cara posterior de una partitura de Obsesión, el bolero de Pedro Flores al que el cuatrista William Hernández le hizo un arreglo en jota carupanera. Diez temas y un bis, escritos en tinta azul, ponían orden al primer concierto en solitario y de música tradicional venezolana del monaguense Daniel Barragán, que estaba ahí, en la Sala Plural del Trasnocho Cultural, atado a su flauta y con los tonos a punto para cerrar el 2019 de Noches de Guataca.

Que él, un músico de formación académica, estuviera allí, no era casual. Ya se había paseado por esta música tan cercana a sus oídos junto a Na’ Guará de Ensamble y otras agrupaciones, pero ahora era distinto. Daniel haría suyo el escenario, guiando al público por el sonido de su flauta entre gestos de agradecimiento. Hace apenas unos meses, Daniel Barragán se presentó en el Colombia RC Festival y Concurso Internacional de Flauta, donde compitió con otros 149 músicos, y el jurado le otorgó el primer lugar de categoría superior. Así que la Guataca de este domingo, no sólo sería su primer concierto solista, sino también una merecida celebración que, días después llegó hasta Barquisimeto, ciudad en la que vive.


Foto: Nicola Rocco

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Días antes del encuentro, Daniel realizó un conversatorio en una escuela comunitaria de San Antonio de Los Altos. También fue hasta Carayaca, Vargas, para hablar en la Escuela Técnica de Artes y Voces y no podía creer que lo recibieran cantando Venezuela con una pancarta. Con sus tempranos 21 años, y una timidez que se reparte bien en su cuerpo delgado y alto, se conmovió al hablar de música ante un grupo adolescentes que lo escuchó con atención.

Cuando Daniel salió al escenario del Espacio Plural, ya había tenido una semana llena de compromisos y todas esas experiencias se acumularon en su flauta, que sonó con ímpetu y delicadeza, que fue gaita, joropo, vals, danza, bolero y algo más. Una mezcla de nervios y emoción lo acompañó en el arranque del concierto con El Nené chimbanglero, una gaita de tambora y chimbangle, original de Miguel Siso —incluida en su álbum, con sello de Guataca, ganador del Latin Grammy—, con la que también hicieron entrada Miguel de Vicenzo en la batería, Luis Freitas en el bajo y William Hernández en el cuatro.

Le dedicó El Gavilán, un vals conmovedor, a Manuel Rojas, maestro de su instrumento que ha pertenecido al Ensamble Gurrufío; y siguió con Lluvia en el Urupagua y la danza La Encantadora, que se ganó aplausos más fuertes. Luego llegaron Mi Caramelo, un joropo oriental en el que cada uno de los músicos tuvo su espacio de improvisación. La flauta los guiaba y así batería, bajo y cuatro se sumaban a la mitad, intercalando con algunas anécdotas de la semana que hicieron reír a los asistentes, al mismo tiempo que Daniel le pedía a Andrea Paola Márquez que pasara al escenario para interpretar dos temas: Obsesión, un bolero con jota carupanera, y Bésame mucho adaptada a onda nueva. Andrea, quien dijo que está acostumbrada a cantar temas que más nadie canta, encontró en estos arreglos el reto de cantarlos como se esperaba y así el público terminó coreando y acompañando la sutileza de su voz, que iba a tono con la flauta de Barragán.  


Foto: Nicola Rocco

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Justo después, Aquiles Báez entró en escena con su guitarra de medio lado, y Daniel le pidió interpretar Viajera del río, que, aunque la audiencia no lo sabía, no estaba en el programa. Ese vals tan popular de Manuel Yánez, que siempre conmueve a quien lo escuche, sonó a flauta y guitarra.

Aquiles se quedó para hacer un tema más, un merengue de su autoría titulado El sabrosito, que dejó el ambiente servido para que entrara Eso es aparte, de William Hernández, un tema que exalta los tambores de la costa de Aragua, porque como bien dijo Daniel entre alguna de sus interpretaciones, “la música venezolana no es sólo arpa, cuatro y maracas. Hay que explorar todos los instrumentos y conseguir sonidos maravillosos».

El bis que tenía reservado era Vaya pué’, de Edward Ramírez, miembro del C4 Trío y del dúo El Tuyero Ilustrado, que saca lo mejor de los tambores de Patanemo. Aún así, el público, que había asistido puntual al encuentro, pidió una más y fue ese el momento en el que Aquiles Báez volvió al escenario para acompañarlo en un Pajarillo, que es lo que le gusta interpretar cuando ya no tiene nada más anotado pero lo quieren seguir escuchando. Un acierto que sabe que funciona, que emociona y que deja al público con ganas de escuchar mucho más. Así fue que Daniel Barragán se paseó por los sonidos de su flauta y cerró, agradecido, otra temporada de Noches de Guataca.


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